Pruébalo: Rollo Chándal
de
Noticias Recon
06 diciembre 2017
Si piensas en un tío en 'chándal' probablemente pensarás en un chándal de alguna marca deportiva conocida metido por dentro de unos calcetines blancos, una gorra puesta al revés, zapas y quizá un perro grandote. Este look procede del Reino Unido y se ha convertido en una de las opciones feticistas favoritas en el país en el que surgió y ha expandido su popularidad por Europa y el resto del mundo.
Es un forma de vestir y un fetichismo asociado a un tipo específico de subcultura, que tiene diferentes connotaciones en diferentes países. El chándal está relacionado con los 'chavs' ('garrulos') o 'scallies' ('tíos de barrio') en el Reino Unido, con los 'kiffeurs' o 'racailles' en Francia, los 'prolls' en Alemania y los 'roadmen' en EE.UU. – aunque el look es bastante similar en todos esos países.
Lo que también prevalece en todas partes es la idea que se tiene del estereotipo del tío que lleva chándal en la cultura popular en todo el mundo. Pero si eres uno de esos chicos a los que les pone el rollo chandalero, un hombre con el aspecto que hemos descrito antes es junto lo que estarás buscando.
El chándal como fetichismo gay
A diferencia de otros fetichismos que se centran en un tipo de ropa, como los skinheads o los fetichistas de los trajes, este fetichismo está basado en una identidad cultural que a menudo es adjudicada por los demás con desprecio, y no algo que reivindiquen los que pertenecen a este grupo. Muchos de los garrulos o tíos de barrio, o su equivalente, no se describirían como tales en su vida cotidiana.
Algunos fetichistas del chándal dicen que les encanta ese look porque les recuerda a los primeros tíos en los que se fijaron cuando eran adolescentes, mientras que a otros les atrae este rollo porque es una versión de la masculinadad del tío-tío. En la cultura popular, la imagen de los tíos que llevan chándal se asocia normalmente con el rollo joven, duro, rebelde y masculino de una forma atrevida y sin complejos. Como es un fetichismo que se basa en la ropa de deporte, a menudo los tíos que salen en los pósters de este rollo normalmente están en forma.
Aunque algunos de los hombres fetichistas que llevan este look, o a los que les guste ese tipo de tíos, no coincidan exactamente con esa descripción, el atractivo de este look tiene mucho que ver con el rollo bravucón que lo inspira. La actitud fanfarrona, impulsiva y desafiante que se concidera como el epítome de un tío en chándal pone a muchos muy brutotes.
Introducción al ambiente fetichista chandalero
Como con cualquier otro fetichismo relacionado con la ropa, hay algunas reglas de oro en el mundo del look fetichista chandalero. Si quieres experimentar con este look, no elijas un chándal cualquiera; tienes que seleccionar muy bien lo que te vas a poner. La combinación chándal y zapas es bastante normal en el Reino Unido, por lo que los hombres fetichistas se esmeran en diferenciarse a través de determinadas marcas o formas de llevar este rollo.
En lo que se refiera al chándal, céntrate en los de Nike, Adidas o Lacoste y cuídalo bien. Te pongas lo que te pongas, no mezcles cosas diferentes; la chaqueta debe ir con los pantalones del mismo chándal. Échale un vistazo a los modelos de chándal franceses si te quieres inspirar. Las zapas deben ser Nike, y asegúrate de que los pantalones del chándal siempre están metidos dentro de los calcetines. En general, cuanto más cara sea tu ropa de deporte, mejor, las marcas de lujo son las más apreciadase. Cúrratelo y pilla un buen look, veras los resultados...
El rollo fetichista chandalero se acepta en la mayor parte de las fiestas fetichistas , aunque también hay algunas fiestas dedicadas exclusivamente a este fetichismo, especialmente en el Reino Unido, Francia y Alemania. Los chicos que están metidos en este mundo te pueden ayudar a encontrar las mejores fiestas, ya sabes, no dudes en ponerte en contacto con otros fetichistas a través de la comunidad de Recon.
Si tienes otro fetichismo o morbo del que quieres que hablemos en esta sección, escríbenos a: social@recon.com
Compartir