Problemas fetichistas #12: Mi compañero de piso dominante
de
Noticias Recon
23 julio 2018
Otra historia de las aventuras y desventuras fetichistas de un usuario de Recon
Me metí en el rollo Amo por accidente cuando tenía 19 años. Un amigo mío necesitaba una persona más para humillar a uno de sus sumisos, y mi tarea iba a ser bastante fácil. Me iba a tener que reír del sumiso durante la sesión, hacer fotos y humillarle verbalmente (siempre que me sintiese cómodo haciéndolo). Al principio lo hice por la misma razón por la que hago la mayor parte de las cosas, por la experiencia y porque soy un MUY buen amigo. La experiencia me abrió los ojos en varios sentidos, mi amigo estaba trabajando profesionalmente a tiempo completo como Amo y siempre estaba ocupado.
Le ayudé con unas cuantas sesiones más y después de recibir una serie de mensajes procedentes de unos tíos en mi ciudad natal pidiéndome que les dominase decidí montármelo por mi cuenta y empezar a formar mi propia base de clientes.
Trabajaba haciendo piercings en un estudio de tatuajes, por lo que podía ofrecer juegos haciendo agujeros (que no es un mercado tan reducido como yo pensaba). Mis sesiones como Amo se acabaron convirtiendo poco a poco en un verdadero trabajo y empecé a ganar un montón de dinero; y me gustaba el servicio que estaba ofreciendo a los demás, pero como todos los segundos trabajos, me dejaba cansado y se comió mi vida social.
Cuando me mudé a Londres, para mí fue una oportunidad de centrarme en otras cosas, y solo conservé un par de citas mensuales para jugar en plan piercing solo con dos clientes, que coincidían con las visitas a mi familia. Conocía a mi compañero de piso de Londres desde hacía 6 años, es decir, antes de que se viniese a vivir conmigo. Teníamos una buena relación y compartíamos demasiadas cosas, la verdad. Mi compañero de piso no estaba muy metido en el mundo fetichista, sin embargo era algo que le intrigaba y finalmente se lanzó a conocerlo.
Un tío que quería hacer una sesión con alguien con experiencia y que supiese cómo hacerlo bien me acabó convenciendo y volví a trabajar de Amo. Yo acepté, e hicimos unas cuantas sesiones durante los meses siguientes antes de que me dijese que quería hacer una sesión con don Amos como autorregalo de cumpleaños y me preguntó si conocía a alguien disponible.
Le pedí a mi compañero de piso que fuese él el segundo Amo. Era perfecto. Le conocía, confiaba en él, y era muy autoritario (especialmente cuando me tocaba fregar los platos a mí). Lo organicé todo y le di un briefing sobre cómo se iba a desarrollar la sesión.
El sumiso apareció a la hora acordada y empezamos con la sesión, mi compañero de piso le dijo que se ''quitase los putos pantalones" – un gran comienzo. El sumiso obedeció desabrochándose el cinturón y dejando caer los pantalones al suelo.
Esto acabó siendo un problema. El sumiso llevaba Doc Martens de 20 agujeros y sus pantalones se atascaron en las botas. Mi compañero y yo estábamos sentados ahí, con los brazos cruzados mirando cómo el tío intentaba quitarse los vaqueros y luchaba con ellos. Hizo todo lo que pudo, pero no lo consiguió.
Mi compi se giró y me dijo "¿le ayudamos?" Negué con la cabeza y después de unos cuantos minutos (aunque la verdad es que parecieron horas), mi compi perdió la paciencia y le gritó "quítate las putas botas, idiota".
La sesión terminó 45 minutos después, básicamente yo lo controlé todo y mi compi estuvo haciendo comentarios humillantes para degradar al sumiso, con un tono que parecía que estaba molesto. El sumiso se fue encantado, y me dió las gracias por encontrar al segundo Amo perfecto para hacer que su cumpleaños fuese especial.
Mi compi se llevo una agradable sorpresa, ya que no hubo nada de sexo (como se lo había prometido) y además, se lo pasó en grande. Unas cuantas semanas después, estaba de vacaciones y recibí otro mensaje del sumiso "¿Tu amigo está disponible para una sesión solo con él esta semana?"
Mi compi consiguió robarme el sumiso solo en una sesión. Desde entonces decidí no trabajar nunca más de Amo.
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