Problemas fetichistas #12: Con una palabra sobra

Problemas fetichistas #12: Con una palabra sobra

de Noticias Recon

28 agosto 2018

Por Sebastianb, usuario de Recon

Hace una década más o menos, cuando estaba empezando a meterme en el mundo del morbo y de los juegos de intercambio de poder, estaba viendo en plan sin compromiso a un osete bastante guapo que vivía en otra ciudad. Nos veíamos cada dos semanas, hacíamos algo chulo juntos, cenábamos y luego nos lo montábamos unas horas.

Después de la segunda o la tercera vez que nos vimos, decidí decirle que me molaba el fetichismo. Le dije lo que me ponía: el bondage, la tortura erótica, la humillación, el cuero, y tal, todo en plan Amo.

Entonces él me dijo que no había ningún problema con que yo fuese tan morboso. Lo veía bien y conocía las cosas básicas: consentimiento, negociación, contraseñas de seguridad y eso. Pero todo esto no era su rollo.

Qué bajón, porque era realmente guapo, y me gustaba mucho. Nos seguimos viendo. Tenía un rollo un poco sumisete. Yo era más grande que él, y le gustaba cuando me ponía encima de él. Me dejaba inmovimilizarle cuando nos liábamos. Así que seguí esperando que quizás con el tiempo, él encontraría su lado sumiso. En ese momento, no había encontrado muchos sumisos con los que jugar, por lo que me desfogaba con él de alguna manera.

Una noche, estábamos empezando a montárnoslo. Él estaba tumbado en su cama boca abajo, y yo le estaba besando el cuello y la espalda, bajando poco a poco hacia el culo. Yo tenía en esa época una perilla corta y bien perfilada y bigote, y de repente descubrí que tenía bastantes cosquillas en la espalda. Al besarle la espalda, empezó a reírse y a retorcerse, y todo en plan súper mono y de una manera un poco sumisa.

En ese momento, mi Amo interno se despertó sin que me diese cuenta y empecé a torturarle con las cosquillas que le hacía mi perilla. Me empecé a mover hacia arriba y hacia abajo por su espina dorsal a posta pasando mi barbilla por su piel. En nada de tiempo, estaba indefenso de tanto reírse y revolverse de forma incontrolada, y yo me lo estaba pasando genial.

Y de repente gritó "¡Violeta!"

Yo me quedé de piedra, le dejé de torturar y le pregunté, "¿eso es una especie de contraseña?"

Él respondió tímidamente "Era el único color que se me ha ocurrido."

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