OHBILLY: Lapos
de
Noticias Recon
24 febrero 2021
Por OhBilly, miembro del Equipo Recon
La primera vez que un tío me escupió en la cara mientras me estaba follando me quedé sorprendido. Era un tío grandote, peludo y bruto, y aunque nos lo estábamos montando en plan a saco, fue así de repente, y me cayó justo al lado de la nariz. Me tuve que controlar para no correrme ahí mismo.
La verdad es que nunca me había considerado una persona a la que le pusiese la degradación, pero en ese momento, al escurrirme el escupitajo por la mejilla, me puso a cien. El tío en cuestión era alguien con el que me lo había montado unas cuantas veces. Cuando no estábamos follando, era un cielo y súper atento, pero en cuanto cambiaba el rollo, su carácter agresivo surgía, y se le ponía una mirada salvaje y en plan animal. Normalmente, acabábamos sudando y calados en otros fluidos corporales, pero esa vez, cuando terminamos tumbados jadeando, su lapo no se me iba de la mente.
He estado pensando mucho sobre los lapos últimamente. En gran parte debido a la pandemia, y la verdad es que en estos momentos es algo que está fuera de la ley. Después de todo, nos pasamos la vida llevando máscaras para controlar hasta dónde llega nuestra saliva. Supongo que la ausencia de los lapos hace que los echemos aún más de menos.
¿Pero qué tienen los lapos para que me pongan tanto? La respuesta es corta: los garrulos. Al final, es por ellos. Los abusones de mi adolescencia vestidos con chándales, escupiendo en la calle. Para ellos, escupir era normal, y para mí, son dos cosas que siempre irán unidas. A ver, en esa época los odiaba. Odiaba su crueldad. Odiaba su chulería. Odiaba sus lapos. Pero se dice que la línea que separa el amor y el odio es muy fina. Aunque les odiaba, les seguía mirando rápidamente el paquete en sus pantalones de chándal; aún sigo teniendo sueños en los que dan una buena lección en el bosque detrás del colegio. Y qué mejor forma hay de poner a alguien en su lugar que rebozárselo por toda la cara, en vez de solo decírselo.
Tengo que confesar algo…no sé escupir bien. Cuando intento hacerlo, normalmente me sale como un poco de baba lanzada de forma cutre, más bien se me queda colgando de la barbilla en vez de salir despedido como un proyectil. Le echo la culpa a mi lengua, que no se me mueve de lo vaga que es. No se me enrolla. No puedo hacer nada con ella. Se queda ahí sin moverse como un trozo de carne muerta. Si me has oído hablar alguna vez, te habrás dado cuenta de lo chungo y pastoso que sueno, pues entenderás las limitaciones que tengo. Por lo tanto, con esta habilidad mínima, me maravillo al ver la fuerza agresiva y la precisión mortal de un garrulo – con 9 de cada 10 lapos siempre dan en la diana, es decir en la cara.
De forma extraña, en mi cabeza, escupir es una forma de intimidad agresiva. El lapo es una extensión de la boca. Es como si te duchasen literalmente con besos. El que escupe se da a sí mismo, independientemente de la intención que tenga. Hay casi un placer perverso al invertir la intención. Lo que se usa como arma – un acto de violencia – se puede transformar en un espectáculo de pasión. Probablemente esta no es la intención del que escupe, pero que le jodan, me acaba de escupir en la cara y yo puedo pensar lo que quiera.
No se trata solo de que te escupan en la cara, o sea, los tíos tampoco es que tengan que tener una buena puntería. Apuntar justo en la cara en medio de una follada puede ser difícil, pero me pueden escupir también en el pecho – es más amplio y tiene aguante – o en la espalda, en el culo. En cualquier parte, la verdad. Si es el momento correcto, pues a saco con los escupitajos. Qué fuerte, estoy salivando mogollón solo con escribirlo.
Con esto no quiero decir que me apetezca que la gente se me acerque y me escupa por la calle – ¡especialmente en esta pandemia! Es una cosa sexual y se debería hacer solo en sesiones de sexo. El aspecto agresivo de los garrulos es el origen de mi atracción por todo esto, pero hay que transferir todo este rollo a una sesión donde se dé el consentimiento. Pero, ya sabes, si el tío en cuestión me ha metido el rabo hasta el fondo, está bastante claro que ya le he dado mi consentimiento.
[Nota: Esto es cierto en mi caso, no para todo el mundo, sobretodo desde un punto de vista legal. Escupirle a alguien sin su consentimiento está considerado como asalto – que no se te olvide]
En el rollo de los lapos no se trata solo de hacerlo de forma agresiva, aunque te pueda llamar la atención hacerlo por diferentes razones, desde la ternura hasta las razones más puramente de conveniencia.
¿A quién no le encanta ver cómo el activo te mira cuando estás tú abajo y te dice que abras la boca, mientras empuja con los labios y lentamente va sacando el lapo de la boca? mientras lo miras, esperando que se vaya estirando hacia abajo, después le atraviesa un rayo de luz hasta que coge el peso suficiente como para salir de la boca del activo y caer despacio en la tuya. No hay nada que tenga un sabor más dulce al ir bajando por tu garganta.
Y, como sabéis todos ya, a mí me encanta el sexo al aire libre. Encuentros atrevidos, fruto del momento. Probablemente no tengas un bote de lubricante siempre a mano, pero siempre tienes tus reservas de saliva en la boca. En mi caso, utilizar la saliva como lubricante me pone 10 veces más cachondo. Aunque, no lo restrinjo solo a las sesiones al aire libre, la saliva es el lubricante que prefiero en la cama, en un club, en el salón, en el baño, en cualquier habitación en la que me estén follando. Obviamente, hay varias ocasiones en las que la saliva no va a ser suficiente, pero siempre intento primero esa técnica, antes de admitir una derrota y utilizar lubricante. Creo que es clave trabajarle el rabo al otro bien con tu boca, para que esté cuanto más húmeda, mejor, y a partir de ahí, es coser y cantar. La forma en la que se transforma en espuma ….uff. Perdón, creo que necesito un momento en privado.
Para mí, usar la saliva como lubricante siempre ha sido más morboso, hasta el extremo de tener solo lubricante en casa para ponerme mi rubber (y para las pollas que son demasiado grandes para montártelo sin lubricante). Me siento más cerdako y, la verdad es que, me toca la vena vintage que tengo. Los chicos nunca cambian, es cierto.
Sin embargo, hay que dejar claro que utilizar saliva en vez de lubricante puede conllevar un riesgo más elevado, ya que solo funciona cuando follas a pelo – el ojete te escuece mogollón cuando se usa saliva con un condón, y probablemente el condón se romperá. No quiero que este artículo se convierta en una especie de promoción del uso de la saliva como lubricante, sino simplemente como mi carta de amor a esa práctica. Cada uno debe tomar las decisiones que sean correctas a nivel personal sobre estos asuntos.
Sé que los lapos no le gustan a todo el mundo, pero, para mí, este es el ranking de los fluidos corporales:
1. Lefa (obviamente),
2. Lapos,
3. Sudor,
4. Meos
…eso es todo – ni los vómitos ni las lágrimas están incluidos. No NECESITO que haya lapos cada vez que me lo monto con alguien, pero si surge, pues mejor que mejor. Me puede escurrir por las mejillas, o por la garganta o lubricándome el ojete, da igual, sé que me va a gustar de todas las formas posibles.
No me van a escupir en el futuro inmediato, fijo que, hasta que no nos hayamos vacunados todos y tengamos inmunidad de rebaño, nada, pero una vez que todo esto se haya pasado, guarda un poco de saliva para mí. Solo con pensarlo se me hace la boca agua.
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