IVAN IN THE DARKROOM: Bondage, CBT y orgasmos de próstata

IVAN IN THE DARKROOM: Bondage, CBT y orgasmos de próstata

de Noticias Recon

02 mayo 2019

Ivan, alias candiflip, es un historiador académico de la sexualidad. En esta serie de artículos, comparte con nosotros sus sesiones fetichistas favoritas (con todo lujo de detalles), además de educarnos de forma ocasional sobre la historia del fetichismo:

Me arrodillo, con los ojos cerrados, esperando a que se aproxime el sonido de los pasos acercándose por detrás. No me giro cuando se detiene. Sus manos se posan en mi cara y me venda los ojos mientras me sujeta los pies. Conozco esa sensación: la calma que me atrapa cuando él toma el control. Inspiro con fuerza y me dejo llevar hasta llegar al punto en que terminamos la última vez. Hay una especie de marea continua en mi vida que va de sesión en sesión con él. Él me hace confiar en mi cuerpo cuando ya no soy capaz de pensar por mí mismo, apareciendo varado en la misma playa conmigo durante la calma y tras la tormenta. Ahí es hacia donde me dirijo. Ahí es donde nos encontraremos él y yo.

Me quita la camisa y me hace poner las manos sobre la cabeza; sujeto el anillo de acero que pone entre mis dedos. Ata cuerdas alrededor de mis muñecas y alrededor del anillo. Ahora soy suyo. Si me golpea los pies no me caeré. Me los separa, para que mis piernas estén estiradas y me ata una cuerda de bambú a cada uno de mis tobillos, manteniendo mis piernas abiertas para que esté totalmente estirado. Empiezo a arquear la espalda; me imagino a mí mismo observándome. Él no dice nada.

Me baja los vaqueros, y le oigo sacar algo de su bolsa. Escupe, luego me separa las cachas de culo dejándome el ojete expuesto mientras me hinca el codo en la espalda. "Abre." Es una palabra fría. Me encantan sus silencios porque tengo que esperar más a que diga algo. Estiro la espalda como me ordena y siento acero frío en el ojete. Un gancho anal.

Me coge por las caderas con el brazo y mueve el gancho apretándolo contra mí. Siento que mi cuerpo empieza a abrirse para él. Escupe otra vez y lubrica la bola del gancho con sus lapos al escurrir por mi culo. Se agacha hacia delante y escupe en mi ojete. Empuja con más fuerza, y yo me dilato alrededor de la bola hasta que entra dentro de mí. La pone en la posición correcta justo al lado de la próstata, usando mis gemidos para recolocarla en el sitio correcto, y luego ata otro trozo de cuerda fuertemente alrededor de mi cintura, y lo ata al gancho. Con cada movimiento de zorra que hago, siento ondas de placer. Mis manos están atadas por lo que no puedo empujar con la suficiente fuerza como para correrme por mí mismo, pero incluso los movimientos más pequeños me hacen ver las estrellas en un viaje por el interior de mi ser. Estoy tan concentrado en lo que me hace sentir el gancho que tengo que recordar que me hace falta respirar. Ahora que se ha calentado y ha desaparecido dentro de mi cuerpo, el gancho es difícil de detectar. La sensación es muy precisa; un cuerpo extraño introducido perfectamente dentro de mi cuerpo que puede hacer que le resto del mundo desaparezca cuando me concentro solo en los puntos en los que me toca.

"Mírate, zorra," me dice. Le da una patada al gancho para que me penetre aún más, es un shock que me vuelve a llevar al centro de concentración. Recuerdo donde estoy. Estoy aquí con él. Para él.

"No puedo ver," digo cuando vuelvo en mí. Se ríe de mí, no dice nada, y me sube los vaqueros con fuerza para que la bola del gancho me golpee la próstata. Incluso al estar de pie, parece que estoy a punto de correrme. Siento cómo me llega la sangre a la polla.

Saca otra cosa de su bolsa. Le siento delante de mí, y el tejido de mis vaqueros me aprieta aún más. Le oigo cortar el tejido de los vaqueros con unas tijeras grandes de acero, y se me para la respiración. Estoy tan asustado de que me vaya a cortar que no me puedo mover. Me concentro en no moverme y vuelvo a sentir que desciendo a la zona en la que quiere que esté. A veces pienso que estoy demasiado nervioso para él, pero después veo cómo le gusta dejarme inmóvil. Juega conmigo. Siento el acero de la parte posterior de las tijeras en mis pelotas al cortar. Hago una mueca de dolor cuando me coge la polla con fuerza y me dice que no me mueva. Ese sonido lento de las tijeras cortando cerca de mis pelotas me pone a tope. Penetra en el tejido al cortarlo, un sonido que cada vez se hace más rápido, es un efecto fuerte hasta que oigo ese rass y me relajo: no me ha cortado esta vez. El último rass, y luego la cremallera de la bragueta de mis vaqueros cae al suelo con un golpe metálico. Me tira de la polla y las pelotas con fuerza, jugando con ellas ya que no están cubiertas.

Me siento expuesto al estar ahí inmóvil. El aire se enfría alrededor de mi piel desnuda. No sé qué está pensando. Está delante de mí, pero no se mueve durante mucho tiempo, hasta que pone su mano alrededor de la base de mi polla y mis pelotas, apretándolas despacio. Siento que está mirándome a la cara. Sus dedos aprietan cada vez más y después me tira más de las pelotas hacia su cuerpo. Lo hace tan lentamente que ni puedo distinguir si me hace daño. Cuando alcanza el límite de mi piel estirada, da aún más de sí a mis pelotas hasta separarlas aún más de mi cuerpo, hasta quedarme sin aliento ya que ha llegado al punto en el que es demasiado. Con su otra mano, me envuelve con un cordón y me empieza a atar. Me empiezo a acostumbrar al pinchazo de la cuerda, sintiendo cómo me pajea al atarme. Me encanta cuando me trata de forma brusca, una vez que me encuentro en ese espacio mental de sumiso que le permite hacerle a mi cuerpo todo lo que quiera. Me ata la cuerda muy apretada alrededor del escroto, separando las pelotas de mi cuerpo al atarlas, haciendo que se hinchen y que sean más sensibles y vulnerables. La piel se estira. Se me hincha la polla. Cada latido del corazón me la pone más dura y sé que me va a doler después de que haya terminado conmigo.

"Estoy seguro de que quieres ver esto," me dice al oído, quitándome la venda de los ojos.

Estoy delante de un espejo de cuerpo entero. La habitación está oscura, pero hay un foco de luz para que pueda verme colgado. Me ha dado un aspecto increíble. Mis piernas están abiertas y mis genitales expuestos al aire. Mis brazos están estirados sobre la cabeza, mis sobacos están abiertos, mis costados vulnerables. He estado colgado así tantas veces, y luego me han dado una paliza y me han usado. Hoy, mi Amo me da el placer de estar suspendido iluminado por la luz, con la polla dura, las pelotas atadas y desprotegidas, para que se pueda observar mi cuerpo. Hoy él es solo una figura oscura que se ocupa de mí – no un hombre al cual me doy en sacrificio.

Con su cuero negro, apenas le puedo distinguir en las sombras. Sus botas hacen un ruido sordo al caminar en la oscuridad. Le oigo ponerse unos guantes negros de látex, y después extiende lubricante sobre ellos. Está de pie detrás de mí y me toca desde abajo, entre las piernas, me agarra las pelotas, que están totalmente separadas de mi cuerpo, vulnerables. El lubricante de silicona le hace deslizarse suavemente. Me agarra fuerte, me las aprieta hasta que la presión es tan fuerte que se resbalan y se le escapan de la mano. La sensación es intensa. Me las vuelve a coger y repite lo que ha hecho, observándome en el espejo. Lo único que veo es el guante negro reluciente alrededor de mis pelotas, yo estoy aislado dentro del placer que siento. Cada vez que me aprieta las pelotas se me ponen más y más oscuras, hasta tomar un tono rojo-granate. Me lanzo más hacia él, ayudándole a que me haga daño, cada vez más fuerte, retorciéndome de dolor. Me embelesa lo fuerte que lo hace. Me gusta sentir que va a arrancármelas, cuando no para y estira la piel apretándola contra la cuerda. Siento que soy totalmente suyo, y lo único que existe de mí son mis pelotas estranguladas entre los dedos de su mano, bajo sus guantes. Mi polla está erecta, pero se mueve sin que nadie le preste atención, de forma ridícula. Me duelen las pelotas. Cada movimiento que hago mete el gancho más profundamente dentro de mi culo. Me encanta el placer y el dolor que me hace querer más placer para calmar ese dolor. Cuando golpea y les da puñetazos a mis pelotas, me alejo involuntariamente y me recorre todo el cuerpo un inmenso placer. Aprieta hasta que la piel entre sus dedos está a punto de estallar y se pone de color morado. Parece que no va a parar nunca, y yo me encuentro en un lugar profundo en el que me convertido únicamente en el resultado de las intensas sensaciones que llenan mis pelotas, y el reflejo de cuerpo estirado retorciéndose contra el acero que tengo en el culo. Me siento humillado con cada orgasmo que no termina en eyaculación. Me ha reducido a la tensión creada por sus dedos. Lloriqueo, aúllo e intento contenerme para que me duela menos, hasta que me encuentro excitándome aún más con el acero que tengo en el culo que me vuelve a alejar de la agonía que deseo. Una vez que respiro ese puro placer, se me saltan las lágrimas y me caen por la cara, siento demasiado dolor como para no disfrutarlo. Estoy en un éxtasis masoquista. Se trata de dar y parar al mismo tiempo y dejo de ser yo mismo.

"Mira esto," me dice con la boca medio abierta. Me sale líquido preseminal de la polla y estoy empezando a dejar goterones en el suelo. Me pone una mano sobre la polla y con la otra coge el gancho que tengo en el culo. "Quiero ver qué es lo que te da más placer, la polla o el culo." Me empieza a lubricar la polla lentamente. La tengo tan hinchada que se ven todas las venas, y la piel está tan estirada que cada movimiento se amplifica. Empieza a pajearme, al principio casi sin tocarme con el látex de sus guantes, luego me la agarra fuertemente, bruscamente, al ritmo de su respiración, poniéndome cada vez más cachondo y haciendo que me rinda a su voluntad, sin llegar a hacerme correr, parando y dejando claro que no me voy a correr antes de cuando él quiera. Me pasa los dedos por la punta de la polla, apretándola y abriéndola, metiendo la punta del dedo en la uretra para sacar más líquido preseminal, y extenderlo sobre el capullo. El olor me embriaga; no existe un olor a sexo más fuerte en todo el mundo. No puedo dejar de gemir y de mover las caderas. Al abrir los ojos, lo único que puedo ver es su mano brillante sobre mi polla y mi cuerpo retorciéndose de placer. Esto es el aspecto que tiene el éxtasis. Cuando retira la mano completamente, la polla se me pone a dar espasmos de forma desesperada, dejando escurrir más líquido preseminal al suelo, brillando al caer lentamente iluminado por la luz.

Con la otra mano agarra el gancho y lo mueve ligeramente dentro de mí. Una especie de destello me lleva a un mundo en el que él controla todo y no necesita usar las palabras para hacerlo. Me suelta la polla y me agarra por las caderas para poder sacar y meter el gancho dentro de mi culo. Su peso extra no hace más que intensificar el placer que siento. Siento que el orgasmo se acerca cada vez más y veo que mis entrañas se están moviendo como en oleadas sobre la superficie del gancho que está dentro de mí, estoy totalmente en su poder. Está haciendo que mi cuerpo reaccione de las formas más exquisitas. Sin parar para dejarme disfrutar el esplendor de cada orgasmo, sino que sigue dándome, haciéndome llegar a otros placeres más intensos justo unos momentos después del último orgasmo se haya pasado. Oigo los sonidos a mojado, casi salpicando, del gancho entrando y saliendo de mi culo abierto. Siento que mi cuerpo se hincha con esa sensación. Cada vez que abro los ojos, veo a un hombre de mediana edad, empujando su cuerpo peludo y lleno de tatuajes contra el gancho de acero que le están metiendo por el culo. Me estoy viendo como si estuviese fuera de mi cuerpo. Cierro los ojos y vuelvo a este mundo lujurioso en el que el más mínimo movimiento de este juguete dentro de mi culo se concentra hasta convertirse en los placeres más intensos que he sentido en mi vida. Lo hace una y otra vez hasta que mi cuerpo, que está muy fuertemente atado, me permite ver que la polla me está escurriendo y finalmente me corro sobre el suelo y mi cuerpo expulsa la bola del gancho. Mis vaqueros están calados. Abro los ojos. Hay un charco delante de mí. Me ha hecho correrme. Ese olor cálido llena el aire. Da un paso hacia atrás y me deja colgando ahí, con la luz reflejados en el charco del suelo.

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