ISSUE_02: Mi amigo por carta, el prisionero de la cárcel

ISSUE_02: Mi amigo por carta, el prisionero de la cárcel

de Noticias Recon

21 octubre 2019

Por Skully

Como la mayoría de los veinteañeros, me pasaba todo el día en el curro pensando en lo que iba a hacer después del trabajo y los fines de semana. A pesar de que mi ciudad natal es una ciudad universitaria, se me acabó quedando pequeña (como a cualquier otro chico gay), y creé un gran grupo de amigos en Londres, con muchos sitios donde quedarme, y en los que podía disfrutar la vida que realmente quería llevar.

Como buen veinteañero, me centré en explorar de todo. No diría que por fin me encontré a mi mismo ni ninguna de esas chorradas, sino que diría que me hice más honesto y expresé más mis fetichismos sexuales, y a la vez me hice amigo de otros chicos fetichistas.

Trabajaba en un estudio de tatuajes a tiempo completo, me lo pasaba bien allí, pero los días se hacían largos y aburridos. Me pasaba el tiempo en Facebook, viendo pelis y gestionando un servicio de Amos a media jornada.

Un día hojeando una revista Skin Deep, que estaba llena de chicas en plan rockabilly con tatuajes y medio desnudas, me sorprendí al ver en la contraportada una solicitud para encontrar un amigo por carta tatuado y gay. Me entró la curiosidad, y cuando pensé en pasar el tiempo escribiendo cartas, me puse manos a la obra.

Un par de semanas después, me volví a sorprender al recibir la respuesta de alguien cuya dirección era la de una prisión. Para guardar su anonimato, llamémosle Mark. Nos enviamos unas cuantas cartas en las que me contaba cómo era su vida en la cárcel, y yo le contaba lo que había hecho el fin de semana. Al final, como os podéis imaginar, nos acabamos contando lo que habíamos hecho a nivel sexual – yo, callejeando por Londres y haciendo de Amo a media jornada, él, contándome las historias de lo que había hecho al irse a sitios escondidos con algunos tíos en la cárcel.

Una carta decía así:

"Me he ido a la cárcel HMP Dovegate y este tío, Paul, fue uno de los primeros que conocí, vino y se presentó cuando estaba deshaciendo el equipaje, se puso a explicármelo todo etc, sentí una conexión – la forma en la que me miraba la polla al hablar conmigo. Habló de lo grande que tenía el rabo un par de veces y el día siguiente vino a mi celda y se puso hablar de la cárcel y de su rabaco, y yo estaba intrigado por vérselo, por lo que le dije que quería verlo, y cubrió la tapa de la puerta, (la tapa es el panel que obstruye la entrada) y se sentó en la cama y me la saqué para compararlas, jaja. Los dos la teníamos super dura y empezamos a pajearnos el uno al otro, luego me agaché y me la metió en la boca y empecé a chupársela una y otra vez mientras él veía cómo me ponía metérmela entera en la boca. En ese momento yo la tenía super dura pero como mi celda estaba al principio, decidimos esperar y utilizar su celda después, ya que estaba la final y había menos posibilidades de que nos pillaran los guardas"

El hecho de que un tío lleno de tatuajes que estaba en la cárcel me contase sus propias experiencias le convertía para mí en el candidato fetichista perfecto, que pensándolo bien a día de hoy, podría considerarse como un tío problemático. Además del fetichismo de la cárcel y los tatuajes, estaba el tiempo de espera antes de recibir una carta guarra y responderla.

En una época en la que Facebook, el email y los mensajes de texto eran el método de comunicación preferida por todo el mundo (creo que la gente aún usaba el messenger) una carta parecía tener más sustancia y valor. La espera y el suspense durante las semanas que pasaban entre el momento en que enviaba la carta y recibía la suya me ponía a cien. Nunca sabía de qué iba a hablar o cuando iba a recibir la carta, y la espera por ese contenido morboso era, una especie de castidad mental. Habría podido encontrar en internet cientos de confesiones escritas, escenarios y hasta vídeos sobre esas situaciones en la cárcel, pero para mí lo importante eran esos toques personales - Mark era un artista aficionado – y las propias cartas físicas era mucho más personales y cercanas.

Si me pongo a leer ahora esas cartas, se puede ver que compartíamos un montón de fetichismos – los tatuajes, los skinheads, un poco de cuero, los chándals, follar con macarras (que es algo que Mark detalla en una carta cuando se puso a hablar de su ciudad natal) – pero también estaba el morbo que compartíamos del rollo secreto y el hecho de admitir que te gustaban estas cosas a alguien que no conocías, todo eso creó un tipo de intimidad y de alianza únicas.

Mark no podía compartir sus aventuras sexuales en la cárcel con nadie más, estaba en el armario, y esos encuentros eran en plan aquí te pillo y aquí te mato. A Mark le ponían esos encuentros esporádicos (sobre los que yo le daba todo lujo de detalles) y después él explicaba en sus cartas cuánto le gustaba hablar de estas cosas, reviviéndolas y viendo lo importantes que eran.

"…se acercó a mi chándal y se puso a agarrarme la polla, pajeándome despacio mientras yo le tocaba el culo, nos empezamos a besar y después se puso de rodillas bajándose el chandal y los boxers y empezó a chuparme el rabo, me gustaba verle mientras lo hacía. Le toqué los hombros y la cabeza, con el pelo rapado al ver cómo mi rabo entraba y salía de su boca, le veía pajearse lentamente y con la otra mano me bajaba el prepucio y me chupaba el capullo como si no hubiese mañana…"

Mark a veces salía en libertad provisional. Siempre me lllamaba, hablábamos y planeábamos montárnoslo por Londres en plan morboso, pero casi siempre lo único que pasaba después era un largo silencio. Luego, me llegaba otra carta explicándome que la había vuelto a joder y que volvía a estar en chirona. Estuvimos en contacto hasta que salió definitivamennte y se fue a vivir con unos familiares.

Cuando me pongo a leer estas cartas, una parte de mí piensa en la explotación sexual de Mark y de sus circunstancias, pero para mí lo más importante no era el rollo de la cárcel, sino la experiencia compartida de hacer el esfuerzo de ponerte a escribir y el escapismo sexual que se creó entre nosotros dos. La conexión entre dos salidos iguales a través de las cartas nos proporcionó un buen refugio a los dos, en una época en la que internet, las apps y twitter lo dominan todo, estoy contento de haber escrito en una hoja arrancada de un cuaderno memorias como:

"Sentí cómo su leche me llenaba la garganta y me tragué todo lo que me metía, mientras me pajeaba lentamente y me bebía hasta la última gota que me entraba en la boca."

Se puede encontrar este artículo en Recon ISSUE_02, junto con otros artículos, fotografías y obras de arte centradas en el fetichismo. Disponible en los locales fetichistas de todo el mundo, próximamente también estará disponible en internet.

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