Folsom Street Fair: Todas las razones por las que estoy desolado por no ir
de
Noticias Recon
21 septiembre 2017
Por OhBilly, miembro del Equipo Recon
El primer año que trabajé en Recon tuve la suerte de ser uno de los chicos seleccionados para ir a San Francisco al Folsom Street Fair. Ya me habían enviado a algunos sitios alucinantes, pero éste era el viaje que esperaba con más ganas. El Folsom era como algo mitológico, y me moría de ganas de experimentarlo todo en mis propias carnes. Al final, estaba en lo cierto por tener tantas ganas.
Justo después de aterrizar en San Francisco empezó nuestra aventura, y no paramos. Hicimos una sesión de fotos por toda la ciudad con dos tíos vestidos de cuero, visitamos The Armory (el increíble local y estudio que se usa para producciones porno que vamos a usar para el fiestón Magnitude de este año) y montamos lo que necesitábamos para nuestra fiesta. Fue tela de curro, pero alguien tenía que hacerlo.
El fin de semana grande dió el pistoletazo de salida con nuestra fiesta de Recon del viernes. Me pusieron en la puerta para saludar a los chicos que iban entrando. No tengo nada que ver con lo que se considera el típico mazado de puerta, pero casi todos los tíos que iban llegando fueron o súper majos o se pusieron a ligar conmigo, y todo este rollo siguió dentro del local. Los que estaban en la fiesta sabían a lo que habían venido: a pasárselo bien, y eso se sentía. En todas las ciudades que visitamos, los chicos de cada sitio entienden el fetichismo de una forma diferente, y parecía que en San Francisco todos los hombres estaban decididos a pasarse una juerga a lo grande. Durante la noche, podía haber entrado a explorar el cuarto oscuro un rato, pero la cosa es que me estaba divirtiendo un montón y echándome unas risas con todos los tíos que iban llegando, así que decidí quedarme donde estaba, en la puerta. Era Ia primera experiencia en el ambiente fetichista estadounidense en mis propias carnes, y aunque es muy diferente de cómo se hacen las cosas en el norte de Europa, todo el rollo tenía una cierta gracia especial que me hizo sonreír toda la noche hasta que me fui a la cama a las 7 de la mañana.
El sábado nos trajo la fiesta Magnitude, que fue una fiesta fetichista de esas que hacen historia. Música flipante, actuaciones morbosas, y un mogollón de hombres potentes bailando y montándoselo a saco. Estábamos un poco hechos polvo de la noche anterior, pero lo poco que probamos de la fiesta nos supo a sudor y a morbo, y nos dejó con ganas de más.
De todas formas, menos mal que nos fuimos pronto, ya que el Folsom Street Fair es un día muy largo. Un día largo, pero increíble. Montamos nuestro stand y esperamos a que empezase la diversión. No tardó mucho en llegar. Los chicos (y las chicas) de todas partes de los Estados Unidos y de todo el mundo se pasaron a vernos y a hablar de sus fetichismos, a hacernos preguntas sobre Recon, o simplemente vinieron por su camiseta de regalo. Ese año también dimos jocks de Recon, pero para conseguir el jock había que currárselo. Lo que hicimos fue intercambiar jocks, si querías nuestro jock, tenías que darnos el que llevabas puesto tú (creo que aún tengo algunos en casa). Organizamos una competición entre los miembros de nuestro equipo para ver quién conseguía más, y mis dos compañeros se fueron a casa con un montón de ropa interior llena de sudor.
Según pasaba el día, nos pudimos ir a tomar algo y a explorar el festival un poco. El cálido sol de septiembre y el alcohol se unieron para crear un verdadera atmósfera de festival, mientras echaba un vistazo a los stands de ropa fetichista y de dildos, ví a la gente jugar al Twister desnuda en el escenario y demostraciones de latigazos en la calle.
Cuando volvimos al stand de Recon, nos visitaron cientos de chicos vestidos con sus mejores galas fetichistas, me lo pasé pipa ligando con todo el mundo, y besando a un par de ellos. Me gustó mucho uno de los chicos que promocionaban una de las apps de la competencia, y quedamos para vernos después del festival. También nos hicimos amigos de un grupo enorme de lesbianas de mediana edad, súper graciosas, que nos trajeron bebidas y nos mantuvieron bien hidratados con alcohol todo el rato.
Cuando cayó la noche y empezamos a recoger el stand, me llenó un sentimiento enorme de alegría (y no era solo por el alcohol). Había sido un día fantástico, pero no se había terminado aún. Volví al hotel y me fui a pegarme un baño en la piscina antes de que llegase el tío con el que había quedado. Había un grupo de unos ocho tíos en plan oso chupándosela unos a otros cerca de la piscina. Me metí a nadar y empecé a bromear con ellos y a hablar mientras estaban montándoselo. La escena en sí era como una imagen perfecta de mi fin de semana en su conjunto – cachondo y con grandes dosis de bromas y de humor.
Para mí, Folsom parecía traernos algo de la típica magia de San Francisco que Armistead Maupin represemtó en sus libros de las Tales of the City en los 70, 80 y 90 (y que habían significado tanto para un chico gay de 14 años de Blackpool, como yo). Está claro que no soy un experto en lo que se refiere a San Francisco, y mi opinión puede ser un poco borrosa debido a mis sentimientos personales, pero ese fin de semana de 2015 fue increíblemente divertido y lo recordaré siempre.
Es decir, todo lo que acabo de escribir son las razones por las que estoy desolado por no ir al Folsom este año. Si vas, pásalo genial, y si estás pensando en ir, decídete ya y ve. Ve por todos aquellos que no podemos ir este año, pero que esperamos ir el año próximo.
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