COMPAÑEROS EN EL FETICHISMO: Mi familia de cuero
de
Noticias Recon
24 febrero 2021
Por PaddleChamp
Hace unos cinco años, quedé con un chico al que le gustaba el cuero; acababa de mudarse a la ciudad y su perfil había saltado en mi radar un día. Era rubio y tenía los ojos del mismo azul que la camiseta que llevaba cuando le recogí en nuestra primera cita. Su cara aniñada le hace parecer un par de años más joven de lo que era, lo cual no está mal cuando tienes unos veintitantos. Era un sumiso guapo y de buenas maneras con una actitud pensativa.
Durante los treinta minutos que tardamos en llegar en coche a mi casa pude apreciar claramente su historia marcada a fuego en su frente. Había vuelto a la casa de sus padres, con el rabo entre las piernas para estar más cerca de ellos después de terminar la uni sin saber exactamente dónde ir y con la picazón de una relación que había salido mal aún viva en su interior. También sentí su feroz devoción.
Habría sido muy fácil darle una buena paliza, follarle, llevarle a casa y ya, pero sabía que eso habría significado perder un gran potencial.
Como el hombre de cuero que soy, siempre he sido un hombre de familia que busca estabilidad y compromiso en mis relaciones fetichistas, así como convertirme en alguien mejor a través de los buenos momentos, los malos y las cosas que se logran en todas esas situaciones. Aunque me siga gustando la caza y la captura de sumisos para pasar un buen rato, tengo aún una necesidad más grande de enseñarles el camino, de ser la mano que se apoya sobre sus hombros y les ayuda a crecer, y de compartir experiencias a lo largo de los años. Personalmente, para mí esa es la parte más excitante de ser un hombre de cuero.
¿Por qué? Porque yo mismo he sido como ese chico también.
Cuando vi a Aaron por primera vez, y lleva conmigo desde entonces - ahora es mi chico Alpha -, fue como mirarme en el espejo. Recuerdo, hace veintidós años, que yo tenía tan poca experiencia y era tan raro que me tropezaba con mis propias botas cuando un Amo potente me miraba. Me acuerdo de que quería que se sintiesen orgullosos de mí. Y cuando me ponían un collar alrededor del cuello, recuerdo la satisfacción extrema de sentir que formaba parte de algo sólido y duradero.
He servido a cuatro Amos en diferentes momentos de mi vida, y aunque ya no lleve sus collares de perro, me tatué sus símbolos personales en la parte izquierda de mi caja torácica. Son de mi familia.
Daddy Al, además de aumentar mi adicción a dar azotes con diferentes herramientas, me ayudó a explorar y a encontrarme a mí mismo al hacerlo. Master Andrew me enseñó todo sobre la paz interior que procede de la conexión con la naturaleza. Master Arturo insistió en que debía tener confianza en mí mismo, y la verdad es que siempre parecía que él tenía más confianza en mí de la que yo pensaba que me merecía. Daddy Charles simplemente me amó más que la mayoría de la gente que he conocido en mi vida.
Y de una forma alucinante, todo esto surgió a partir de quedar para montárnoslo en plan fetichista y profundo.
Mientras llevaba el collar de Arturo, me encontré con que de repente tenía dos hermanos de cuero, los otros dos chicos que llevaban su collar también. Estas relaciones comenzaron con celos, como suele pasar. Fui un niño mal criado con Frank, que era un atleta cachas con barba pelirroja, hasta que me di cuenta de lo mucho que le admiraba y deseaba ser como él. John aún recuerda mi aspecto de cortado cuando llegó. Menos mal que su encanto natural me derritió el corazón.
Estos dos hombres aún son buenos amigos míos. Me cuidan al igual que lo hicieron durante el tiempo que llevamos el collar del mismo Amo, se aseguran de que todo me vaya bien, me aconsejan sobre los cambios en la vida y a veces vienen a visitarme. John aún me llama ''niño''.
En un momento dado, Arturo y yo empezamos a discutir por discutir cada vez más a menudo, esta situación era lo opuesto a cómo éramos. No conseguí descubrir qué es lo que le pasaba hasta que me di cuenta de repente de que él no había cambiado en absoluto – sino que el que había cambiado era yo.
Me permitió ponerle el collar a mi primer chico, Trent, que tiene un acento de Georgia, en el sur de EE.EE. muy dulce y una sonrisa que te hace flipar. De todas formas, las discusiones continuaron y poco a poco me di cuenta de que algo se había transformado y yo ya no era un chico sumiso. Le devolví el collar con lágrimas en los ojos y le prometí que nuestra relación solo iba a cambiar pero no iba a terminarse. He mantenido mi promesa.
Desde entonces, les he puesto el collar a cuatro chicos más y a un esclavo. He experimentado los buenos momentos y los dolores de cabeza que provoca traer nuevos chicos a tu hogar, que es un poco como hacer que los gatos se lleven bien entre ellos. Quizá es la lección que el karma me estaba guardando por todos los problemas que yo causé en su día a mis hermanos. Las relaciones con tres de esos chicos evolucionaron y después ellos se fueron cuando quisieron, pero con todos ellos, excepto uno con el que las cosas terminaron mal, hablo a menudo y aún me llaman ''Amo''. Además, todos ellos – Amos, hermanos, chicos y esclavo - y sus parejas asistieron a mi boda el otoño pasado y se sentaron en la primera fila de asientos que estaba reservada para ellos.
Entonces, ¿cada uno crea su propia familia?
Antes de nada, tienes que honrar la tradición de llevar y poner un collar a alguien. Cuando un chico potencial viene por primera vez, yo le enseño el collar como el premio que se debe ganar. Le dejo llevarlo alrededor de su cuello porque me gusta verlo así tanto como disfruta él de llevarlo, pero le dejo muy claro que, si quiere llevarlo siempre, tiene un montón de cosas que hacer. Específicamente, tiene que venir de forma regular durante varios meses. Hasta que se considere que está bajo mi cuidado, pero aún no es mío.
Insisto en que se hagan las cosas a mi manera y según mi planificación. Creo que muchos amos bienintencionados malcrían a sus sumisos dándoles cualquier cosa que estos quieran enseguida, pero el efecto final es que los chicos se aburren y se van rápidamente. En vez de eso, cuando un chico se pone en contacto conmigo, nunca quedamos ese mismo día. Organizo un programa, que normalmente incluye quedar en un sitio público no para montárnoslo, sino para comprobar la química que puede haber. Si no es capaz de esperar un poco hasta que nos pongamos a jugar, entonces, para mí eso es una señal de que la cosa no va a durar.
La primera vez que jugamos, le dejo que pruebe un par de platos, pero no todo el menú. Normalmente sigo un protocolo de inspección que le deja al chico chorreando liquido preseminal, pero casi nunca le dejo que se corra. Como he dicho antes, quiero dejarle con ganas para que vuelva a por más la próxima vez.
Lo admito, en ese momento he llegado a tener verdaderas decepciones, como por ejemplo con los chicos que me prometen fidelidad eterna y que después empiezan a poner excusas. Antes de que me mudase a California, un chico que se llamaba Andrew me persiguió día y noche durante varios años y yo estaba muy interesado. Planificamos dos sesiones de adiestramiento y cada vez surgían nuevas razones por las que no iba a poder venir. Una vez, acabamos yendo a la misma fiesta, pero negó que me conocía delante de sus amigos. En lo que a mí respecta, ese fue el fin, sin embargo, unas cuantas semanas después vi en mi bandeja de entrada de Recon que me había mandado un ''Hola Amo''.
No me quiero ni imaginar lo que habría pasado si le pongo mi collar y hubiese esperado que mis chicos aguantasen este tipo de comportamiento.
Finalmente, introduzco un periodo de socialización en el programa y uso los intereses y los talentos de mis chicos. Aaron es un gran cocinero, a Trent y a mí nos gustan los mismos güisquis, a Will le encantan los pantalones cortos y la ropa interior atrevida y a Lucas le encanta viajar. En un momento u otro les he hecho correr 5K o más. Nos vamos de viaje en coche, cenamos juntos en las fiestas y los puentes, vamos al teatro o nos ponemos a ver la tele con una pizza y una copa de vino. Considero que todo esto forma parte de cómo me sirven ya que me hace feliz y profundiza la unión que tengo con ellos.
Y después están también los malos momentos. Para uno de mis chicos, 2018 fue un muy mal año. Todo lo que le podría haber salido mal, le salió muy muy mal. Durante meses, mi relación con él consistió en recordarle que era un hombre guapo y joven y que independientemente de lo que pasase, le amaríamos. A veces no estaba seguro de si me creía o no. Otras veces, yo pensaba que lo hacía a posta para ver si realmente lo que yo le estaba diciendo era verdad. Finalmente, parece que mis palabras surtieron efecto. Sufro cuando mis chicos sufren. Lloro cuando ellos lloran. Pero, como ya he dicho antes, lo importante es la estructura, el esfuerzo y los logros que consigas hacer. Los logros siempre llegan en el momento adecuado.
Por cierto, Aaron ahora es muy miembro muy activo en el club de cuero de donde vive. Creó y organizó el primer concurso de cuero el año pasado partiendo de la nada, todo gracias a su propia iniciativa. Acaba de celebrar el segundo concurso el mes pasado. El pipiolo que pensaba que no valía nada se ha convertido en un verdadero líder. Me gusta pensar que yo soy en parte responsable de su éxito.
Si tuviese que describir mi posición en la familia de cuero que tengo, diría que soy el conducto a través del que las cosas que aprendí de mis Amos y mis hermanos llegan y alcanzan a mis chicos y a mi esclavo. El acto de compartir lo que he aprendido y experimentado nos conecta como familia a través de las generaciones y la distancia.
En mi opinión, eso es muy excitante.
Si quieres escribir un artículo sobre tus experiencias fetichistas, envía tus ideas a: social@recon.com
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