ARTÍCULOS DE NUESTROS USUARIOS: Las máscaras de lucha libre
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Noticias Recon
05 abril 2020
Por anónimo
Cuando crecí en San Marcos, justa fuera de la Ciudad de Mexico DF, no había mucho que hacer. Era uno de los 4 chicos de mi familia, y teníamos otra hermana más pequeña con la que jugábamos a los superhéroes o a los soldados del ejército, hasta que mi hermano mayor se metió en el mundo de la lucha libre.
A menudo visitábamos a nuestros abuelos en el DF, y un verano nos llevaron a todos a ver el Arena Coliseo por primera vez. El Arena Coliseo llevaba existía desde los años 50 y es donde se celebran los torneos de Lucha Libre (lucha libre mexicana). Mi primer recuerdo fue lo fuertes que eran los colores y lo animado que estaba el público y me pregunté por qué la gente llevaba máscaras y por qué no se lanzaban unos a otros las sillas de metal como en la tele.
También recuerdo que pasamos una tarde haciendo máscaras con mi hermano en la casa de mis abuelos para que pudiésemos luchar el uno contra el otro. Hacer las máscaras de papel era más barato que comprar las reales y además nos mantenía ocupados unas horas por la tarde.
Las máscaras son un elemento superimportante de la Lucha Libre, y los luchadores llevan máscara durante toda su carrera, creando diferentes personajes (no es extraño verlos llevándolas en público para mantener el halo de misterio de ese personaje). Muchos luchadores también tienen varias máscaras diferentes, y con frecuencia se las quitan en plan dramático cuando terminan sus carreras y se retiran. Es muy importante llevar la máscara puesta y el hecho de quitársela puede ser perjudicial para la carrera de un luchador. En la cultura que gira alrededor de la lucha en la que crecí y la cultura que mi familia creó en torno a la lucha, el hecho de quitártela se consideraba como algo humillante y degradante.
Nunca he dejado el mundo de la lucha libre, al ir creciendo me encantaba la dramatización y el resplandor de ese mundo. Me gustaba la idea de estar enmascarado o de no saber con quién estaba luchando. La anonimidad y el secretismo era lo que más me llamaba la atención, las diferentes mascaras creaban varios personajes diferentes que representaban para mí una forma de escapar a esa edad más joven, y lejana de mi vida adulta. Las máscaras de lucha también son una forma legítima de vestirte como si fueses alguien diferente y llevar la vida de una persona más dura, dentro del contexto de una familia y de una ciudad, que de lo contrario habría mirado mal a los chicos que se vestían de forma diferente y fingían ser alguien que no eran. Era una verdadera forma de escapar de las expectativas de lo que significaba ser un chico y la dura realidad y de las expectativas de mi familia, que, como yo sabía en mi fuero internos, no iba a poder cumplir.
La lucha libre forma parte de mi familia y de mi país, y como tal, está presente en todas partes, en los posters y los cromos que se podían cambiar – que al final se acabaron convirtiendo en las imágenes con las que me masturbaba. Sin embargo, para mí, los cuerpos sudorosos de esos hombres que se estaban tocando y luchando a la vez no era lo que me ponía más, siempre fueron las capuchas y todo lo que acabaron significando para mí. La pérdida de identidad precedente y la creación de una nueva, la dominación y el elemento de sumisión de tener que quitártela.
Me sentaba a fantasear pensando en comportarme como un muchacho bien padre, pensando en la lucha agresiva en la que participaría y en la humillación que sería que me la quitasen en público y en privado antes de ponernos a besarnos y a follar en el ring. En este juego de intercambio de roles perfecto también nos intercambiábamos el rol dependiendo de con quién estuviese teniendo fantasías – el amigo de mi hermano mayor era uno de los hombres dominantes agresivos ante el que tendría que sucumbir, mientras que mi compañero de clase mayor (que se convertiría en mi primer novio secreto) sería el sumiso dentro de esa fantasía.
El contacto físico y el olor de las máscaras serían algo añadido a los estímulos de toda la experiencia en general, máscaras usadas con un intenso olor a sudor, y a aceite de sapote (que te puedes poner en tu cabello), también hacen que las escenas lleguen a otro nivel y se conviertan en algo más fuerte, en lo que se refiere al sexo. Tengo máscaras de cuero que están nuevas y aún tienen ese olor del cuero nuevo, y otras que están más que usadas, y son muy viejitas.
Mi colección de máscaras ha crecido y lo sigue haciendo, y desde hace años las he ido integrando en mi vida fetichista, junto con la lucha y la licra, he probado otras capuchas y máscaras, pero las de luchador tienen algo que me atrae sexualmente y que las une a mi pasado y a mi despertar sexual. Mi colección de máscaras de lucha libre tiene una historia, y el brillo de los colores y los diseños siempre tendrá más atractivo sexual que una simple capucha de rubber negro.
Si te interesa la lucha libre, las máscaras o la licra, te recomendaría ir a ver un combate de lucha libre y si hay un stand de merchandising, cómprate una máscara para ponértela y jugar.
Si quieres compartir tus experiencias fetichistas en Recon, envíanos un email con tus ideas a: social@recon.com
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