ARTÍCULO DE USUARIO: Tu fetichismo no es mi fetichismo
de
Noticias Recon
20 noviembre 2019
Por PandaManJB
Cómo he aprendido a hacerles a los demás lo que no me haría a mí mismo.
El BDSM es una práctica poco común considerada "extrema" por la gente convencional, y los fetichistas somos conscientes de sus peligros con las reglas por las que nos regimos para nuestra propia seguridad, como contraseñas, el mantra SSC, discusiones largas antes y después de la sesión.
Una de esas reglas es el respeto de los límites. Qué te vas a someter a hacer con otra persona y qué no. La mayoría de la gente con la que he estado entra dentro de una de las dos siguientes (y amplias) categorías: "Los Ritualistas", que es gente que tiene una idea muy específica de sus sesiones, en las que quieren repetir una y otra vez el mismo repertorio de fetichismos hasta que todo sale exactamente como quieren; o "Los Exploradores", que se lanzan a cualquier tipo de sesión siempre que respetes los límites que tienen, ya sean límites "inamovibles" o "fluidos".
"Tu fetichismo no es mi fetichismo" es una frase conocida que se usa para decirle a alguien que no le criticas porque tenga un fetichismo que no compartís, y también es una forma educada de decir "No me lo voy a montar contigo con ese fetichismo, pero no te desprecio ni mucho menos por ello", y de esta forma terminar una conversación antes de una sesión para decirle que no vas a jugar con él. Normalmente.
¿Pero qué pasa si los dos queréis montároslo de todas formas? Lo puedes ignorar y os lo podéis montar sin ese fetichismo, lo cual puede acabar siendo una frustración, o puedes ceder y darle lo que quiere. Esto es lo que yo encuentro mucho más satisfactorio.
Una de las cosas que menos me ponen es la humillación, la degradación o los insultos de cualquier tipo porque, de pequeño, me hicieron bullying desde primaria hasta el final del instituto. Siempre que alguien me llama "zorra" o "perra" o se refiere a mi ojete como "coño", o les corrijo o me voy porque no quiero que me recuerden esos momentos del pasado justo cuando debería estar pasándomelo bien y desconectando. Pero algunos de los tíos con los que me lo monto quieren decirte esas cosas, lo NECESITAN. Me encanta ver a tíos que lo están dando todo, que jadean en éxtasis, pidiéndome que les haga llegar al orgasmo, en vez de azotarles hasta que acaben llorando. Para mí lo más importante es dar placer cuidando de la gente, alimentando lo que está pasando entre los dos. Pero algunos tíos no quieren eso. Incluso, algunos de los tíos con los que estoy quieren justo lo contrario.
Como soy versátil, o domino o me someto, dependiendo de lo que me apetezca o del otro tío, y me he dado cuenta de algo: mis necesidades y deseos como sumiso no son las mismas que tengo cuando domino. Cuando me someto, quiero sentirme protegido, amado y cuidado, pero preparado para aceptar el castigo y la disciplina si me van a reconducir al comportamiento adecuado – por eso me encantan los juegos de pups. Cuando domino, me gusta darle placer al otro, considerando su placer más importante que el mío, y hago absolutamente todo lo que les gusta, pero les impido llegar hasta el final, hasta que no se pueden aguantar más. Cuando humillo o degrado a alguien que le gusta ese rollo, no me da placer el hecho en sí mismo de hacerlo, sino su reacción. Su placer también se convierte en lo que me da placer a mí. La persona que soy durante esas sesiones no es la misma que soy en la vida real, soy el espejo de los deseos y necesidades del otro.
La razón por la que lo consigo hacer, y no pienso en el bullying de cuando era pequeño en esas situaciones, es que esa sesión no es el mundo real. Es un momento que no existe en el tiempo, solo en la privacidad de una habitación, ya sea un dormitorio o una mazmorra, entre dos adultos que dan su consentimiento, cada uno desempeñando un papel con unas dinámicas establecidas, con el único objetivo de darnos placer el uno al otro. Puede que nunca conozca toda la historia o las razones del otro en lo que se refiere a por qué necesita ciertos fetichismos durante una sesión, ni tampoco es que sea mi asunto, pero si digo "Sí", considero que es mi deber y mi responsabilidad llegar hasta el final de sus límites.
La verdad es que creo que me ponen las responsabilidades, la posición que me da en referencia al malestar que me produce hacerles a otros algo que no me haría a mí mismo.
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