ARTÍCULO DE USUARIO: Mis problemas con el rollo chándal
de
Noticias Recon
16 marzo 2021
Por OhBilly, del Equipo Recon
Nunca me han gustado mucho los tíos en plan garrulo de barrio. En lo que a mí respecta, siempre los he visto como los capullos de mierda que me intentaban pegar cuando era un adolescente en el McDonalds del muelle de Preston (Inglaterra), o los gilipollas que se reían de la gente y siempre la armaban en el bus. No estaban buenos. No le ponían perrako a nadie. Eran todo lo contrario a mí en la película de mi propia vida.
Tenía amigos que no compartían mi opinión. Ellos decían que lo que más les ponía era un tío en chándal en plan chulito. Les encantaba ir a fiestas donde ponían música Donk, con la esperanza de que uno de esos tíos con un chándal de Kappa les metiese un par de dedos por el culo en los servicios – la única cosa que les hacía dudar un poco era la posibilidad de que el tío en cuestión les pudiese dar una paliza (aunque a veces, eso era el verdadero incentivo). Yo, la verdad es que simplemente arqueaba las cejas y me mantenía tan alejado de ese rollo todo lo que podía.
Eso sí, tampoco es que fuese totalmente inmune a los encantos del chándal. En más de una ocasión casi he tenido un accidente con el coche por quedarme mirando a uno de esos garrulos que iban corriendo con un pantalón de chándal gris y sin gayumbos, pero, más que nada, supongo que se debe a que la verdad es que soy un cerdako que tiene ganas de rabo todo el día.
Aunque si lo pienso… Creo que que he tenido algunas fantasías con este rollo en el pasado. Cuando creces en una zona del Reino Unido en la que los garrulos son considerados como los machos alfa de todo lo que se refiere a la virilidad, es inevitable no pensar en lo que habría podido pasar si te hubieses encontrado con el típico garrulo en chándal en el parque de detrás del colegio. PERO no me sentía especialmente cómodo con esos pensamientos al tirar los pañuelos de papel mojados en la papelera de mi cuarto.
Últimamente, mi punto de vista ha experimentado algunos cambios. Por un lado, mi colección de Adidas ha empezado a crecer y está fuera de control. Además, después de haber llevado vaqueros casi toda mi vida, y en casi todas las ocasiones, los pantalones de chándal se han hecho un hueco entre mis looks favoritos. Vale, no es lo mismo llevar ropa deportiva que querer que te folle un tío del que no te fías por si te pega una paliza, pero es un pequeño cambio que se está convirtiendo en algo importante…
Y justo entonces en Recon vamos y añadimos un nuevo interés: Chándal.
Y de repente estoy pensando en el rollo chándal cada vez más.
Y lo veo a través de los ojos de alguien que está muy lejos de las experiencias que tuvo en su adolescencia, de sus problemones de quinceañero y de esas fiestas bastante mejorables.
Y ahora lo que veo es un signo de interrogación encima de todo este rollo.
Bueno, hice lo que hago siempre que me empieza a picar la curiosidad: me puse a echar un vistazo a ver si había algún evento fetichista para poder probar ese rollo que me tenía tan intrigado. Y claro que había. Una fiesta para los tíos a los que les ponen los chándales y las zapas. Un sueño hecho realidad...
La noche de la fiesta hice algo que no había hecho antes: me puse todo un look de Adidas. Pantalones de chándal, camiseta, sudadera, gorra, calcetines y zapas. Lo único que no era de Adidas era mi jockstrap de Bike. Os voy a decir una cosa, se me empezó a poner dura al ponérmelo todo junto. Otra señal de que quizás este rollo me ponga más de lo que pensaba.
Quedé con unos amigos para tomar algo antes de la fiesta. Probablemente fue mi imaginación, pero cuando me monté en el metro, la gente me miraba de una forma diferente – un poco con respeto – y eso me gustó. Fui el primero en llegar al pub. Otra vez, sentí que la gente me miraba raro, así que me metí en el papel – de forma literal y figurativa. Me apoyé en la barra, que estaba llena, me bebí una pinta, imitando la forma de actuar de aquellos tíos que odiaba tanto de pequeño. No sé cómo pero me puso cachondo el hecho de ver cómo la gente normal y maja con la que estaba reaccionaba de forma diferente al verme. La verdad sea dicha, probablemente es lo más cerca que he estado de ser activo en muuucho tiempo…y eso incluye la diferentes ocasiones en las que he sido activo (no es mi fuerte).
Cuando llegué a Vauxhall sabía que iba a darlo todo y quería ver a dónde me llevaba sí la noche. Ya me veía bajándome los pantalones del chándal delante de algún tío potente en el rincón más oscuro de la discoteca, que evidentemente iba a estar llena. Vi a TwistedJock, mi socio de aventuras, y entramos. Las fantasías que acababa de montarme empezaron a desmoronarse – la discoteca estaba bastante vacía. Llegamos pronto, o sea, no era el fin del mundo. Decidimos ir a la barra y nos pusimos a esperar a que llegaran todos los tíos en chándal. Cuando llegamos a la barra, allí había más gente, pero – aquí siguieron desmoronándose mis fantasías - nosotros dos éramos de los pocos tíos que iban en plan garrulo. Los pocos que había iban vestidos con la ropa normal y corriente que llevan los gays – un montón de vaqueros y cosas de H&M. Sentí cómo se me ponía floja.
Y de alguna forma, pasó lo inimaginable. Yo, que siempre había pasado del rollo garrulo, era en ese momento uno de los tíos más garrulos de una fiesta dedicada al rollo garrulo. Era un verdadero principiante en este rollo sin ningún tío disponible que se preciase para pasármelo por la piedra.
Nos quedamos un par de horas esperando a que llegase más gente, e hicimos un par de putivueltas con desgana por el cuarto oscuro, pero no fue nuestra noche. Nos enteramos de que había otra fiesta más grande en plan fetichista esa misma noche a la misma hora, por lo que era probable que la mayor parte de los hombres hubiesen ido a esa fiesta. Pillé el metro nocturno a casa alicaído e insatisfecho.
Pero, ya sabéis, yo soy un optimista de manual. Puede que el primer intento no haya ido como había planeado, pero me voy a centrar en las cosas positivas. No sé qué era lo que estaba bullendo en mi interior en ese bar pero está claro que es algo que está dentro de mí y tengo curiosidad por ver si puedo volver a sentirlo. A ver, aún tengo todo el look de Adidas, sería una pena no volver a ponérmelo. No diría que el rollo garrulo es el que más me pone en el mundo, y aún me rallo con las historias que me han pasado cuando era un adolescente, pero quizá sea capaz de usar esa experiencia y transformarla en algo que puede ser muy cañero.
Nota a pie de página: de lo que me he enterado es que la fiesta Nameless Trackies Night parece que va a imponer un código de ropa mucho más estricto. Si eso es cierto, y esa fiesta no coincicide con ninguna otra, puede que le dé otra oportunidad a esa fantasía del rincón oscuro.
Compartir