ARTÍCULO DE USUARIO: El control de la Bestia que llevo dentro
de
Noticias Recon
16 agosto 2021
"Vale, chico. Empezamos."
**Chasquido**
…gemido
< ¿?>
**Golpe**
…Ahhhhh
**CRACK**
…¡¡¡SSSSÍÍÍ!!!
La sesión comienza. Dos personas están físicamente ahí, pero en el aire hay una presencia adicional que está merodeando. Al dar rienda suelta a los gritos y cuando la energía comienza a fluir entre el Sádico y el masoquista, una tercera presencia se une a la danza entre el Amo y el sumiso…la Bestia. Y ha venido para alimentarse del dolor y del sufrimiento que se produce.
El Monstruo…el Demonio…un Diablo interno…la Bestia. Tiene muchos nombres, pero esta parte de la psique del sádico es lo que le hace capaz de – es lo que les da ganas de, hasta les pone impacientes – infringir dolor a los demás. El intercambio de energía entre sádico y masoquista alimenta a la Bestia – y sube el nivel de la intensidad y de la naturaleza animal de cualquier sesión de dolor/tortura.
Sin embargo, en nuestra sociedad civilizada actual, esta naturaleza básica de la persona no está reconocida y a menudo es ignorada. No dejamos que salga la Bestia en nuestros encuentros sociales ya que es una verdadera fuerza caótica. En ningún caso se la puede considerar como una especie de añadido artificial a una situación cotidiana. Es destrucción – se supera a sí misma a través del dolor – y de esa forma, todos nosotros, como sociedad, podemos seguir hacia adelante. Pero, con un verdadero sádico, esta energía se encuentra a flor de piel. Y con el sádico correcto, no solo está presente, sino que esa energía se gestiona, se restringe y se controla con un arnés.
Entender esta fuerza que existe en mi interior me ha ayudado a comprender las sesiones de dolor. ¿Por qué decidiría alguien hacerle daño a otra persona? ¿Por qué alguien decidiría conscientemente meterse en algo que está programado para evitar? Sin la capacidad de llegar a algo más que Mi naturaleza amable normal y corriente, cualquier tipo de sesión de tortura no tendría tanta fuerza ni sería tan real. Y eso es una decepción para todo el mundo. Me gusta pensar que, inherentemente, soy un buen tío. Me enorgullezco de tener empatía y la capacidad de ponerme en sintonía con lo que los demás están experimentando. Pero también tengo una faceta dentro de Mí que necesita ver ese dolor – necesita alimentar al Monstruo. No todo el mundo cuenta con esta faceta como parte fundamental de su personalidad – pero para aquellos que la tienen, es una verdadera fuerza motora de su ser.
La agresión sin empatía es un simple abuso. El dolor sin saber reconfortar es una irresponsabilidad. Y abrir a alguien física y emocionalmente a la intensidad de una sesión sadomaso sin protección emocional, acaba teniendo consecuencias psicológicas importantes. Saca a la Bestia – déjala suelta y que se alimente – pero encadénala y contrólala cuando todo se haya acabado.
Esto quiere decir que tienes que tener listo un plan de seguridad cuando juegas con el dolor. En esta situación la filosofía RACK (Risk-Aware Consensual Kink, Morbo Consensuado y Consciente de los posibles Riesgos) es fundamental. Las sesiones intensas de sadomasoquismo traen consigo la posibilidad de hacer daño real. Las contraseñas y los gestos – el entendimiento mutuo – y las negociaciones previas son clave. No se debería comenzar una sesión en la que el objetivo es crear dolor sin tener por lo menos una conversación rápida de lo que va a suceder ni de cómo echar el freno si las cosas salen mal. Cuando se deja suelta a la Bestia para sacar esa energía en una sesión, los participantes deben saber que hay una forma de encadenarla de nuevo. Todos conocemos alguna historia en la que el Amo no controla esa hambre de dolor– donde la ira y la rabia lo controlan todo. Es una pesadilla para todos los participantes y debería ser una verdadera preocupación para cualquiera al que le guste este tipo de juegos.
Pero cuando se le pone un arnés a la Bestia – cuando la energía se usa a ese nivel – es algo de otro mundo. El dolor y el sufrimiento que el masoquista le da a la sesión es el sustento con el que vive el Sádico y su monstruo. La intensidad de la energía intercambiada es apabullante y conforme baja y fluye el ritmo, los tres participantes alcanzan nuevos niveles de intimidad y cercanía. Que fluya el dolor – que se oiga el eco de los gritos – que todo el mundo llegue a la agonía del éxtasis que se ha producido. Luego dale un golpecito en el hombro a la Bestia, recuérdale cuál es su lugar, y vuelve a ponerle el collar de perro. Consuela los gemidos y recoge las lágrimas del sumiso mientras se encuentra flotando en ese subidón de sus propias endorfinas, y después vuelve al planeta Tierra y tráete contigo a tu Bestia. Déjale que respire profundamente en el rincón de su mente – controlada con un arnés una vez satisfecha. Y cuando te acerques a tu sumiso para cuidarle y traerle de vuelta al planeta Tierra, asegúrate de que has creado una sesión y una conexión de la todos los participantes se van a poder ir contentos. Has alimentado a la Bestia de forma temporal, y todo el mundo ha salido ileso.
**Beso** **Abrazo** **Cuidado **
… gracias, Amo.
< ¿Cuándo podemos volver otra vez?>
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