ARTÍCULO DE USUARIO – De forajido sexual a sumiso BDSM
de
Noticias Recon
23 noviembre 2021
Por lilguy9
Mi interés en el BDSM comenzó con la obra Rushes de John Rechy. Descubrí la novela a mediados de los 80. Ya en ese momento me llamó la atención – aunque en ese momento todo esto era muy abstracto -. Y los recuerdos de las escenas de la novela se mezclaron con las fantasías de adolescente relacionadas con el nudismo, estando a los pies de un hombre más mayor, y que llevaba las riendas de la situación. Lo que unió esos dos conceptos en mi mente fue la reverencia con la que Rechy escribía y la reverencia que le tenía al hombre que habitaba mis deseos adolescentes que aún no tenían una forma definida.
Al hacerme mayor siempre había chicos a los que convertía en mis ídolos, chicos a los que seguía por todas partes. Hace poco mi madre me dijo que una vez oyó a uno de esos chicos hablar de mí, ese chico le decía a otro, "sabes que es marica, ¿no?''. El otro chico respondió, "ya lo sé, no me importa, me cae bien."
Recuerdo a ese chico. Estábamos en primaria, yo iba un curso por detrás de ese chico. Era alto, guapo, callado, seguro de sí mismo y fuerte. Me acompañaba a casa desde el colegio todos los días, básicamente para protegerme y para que así no me pegasen. Y había algo en la rutina de ir andando con él, caminando en su sombra que me daba una sensación de seguridad, incluso después de llegar a casa sano y salvo.
Me acuerdo de otro chico, estaba en la uni. Estábamos trabajando en una ópera juntos. La ópera tenía solo un acto, con un elenco de dos personas: un conde y su sirviente masculino mudo, que le seguía por todas partes, dile servía, y era el receptor de sus agresiones. De todo el argumento no me acuerdo, sin embargo de lo que me acuerdo vivamente es de la naturaleza de la relación entre los dos personajes, la dinámica entre nosotros dos como actores, y los sentimientos que tenía fuera y dentro del escenario. También recuerdo lo que nos decía el director, "no sé lo que hay entre vosotros dos, pero, sea lo que sea, que no pare."
Antes de descubrir Rushes, había leído otros libros de Rechy, incluido su ''documental'' de 1977 Sexual Outlaw (Forajido sexual) que proponía que los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, los hombres que tiene relaciones sexuales en público, los hombres que tienen relaciones sexuales en una multitud de otros hombres, todo eso constituía actos revolucionarios, actos que desafiaban lo que ahora llamamos heteronormatividad y castración de nuestra sexualidad bajo la máscara de la asimilación.
Y me lancé a tope: Griffith Park, Elysian Park, la sala masculina en el Bullock's Wilshire. Los callejones cerca de Melrose Avenue. El callejón detrás de Circus of Books. El Vista Theatre, entre otros, uno en Melrose, en el que el encargado de proyectar las películas me dejaba entrar en su oficina y chuparle la polla. No había ni una sauna ni un club de sexo en el condado de Los Ángeles del que no fuese socio. De hecho, el primer club de sexo al que fui estaba detrás de Drake's Books en Melrose y fui allí la noche en que cumplí 21 años. El de la entrada me miró el documento de identidad y me preguntó si estaba seguro de querer entrar, y me pregunto si sabía las cosas que pasaban ahí dentro. No lo sabía, pero dije que sí. Estaba también Basic Plumbing en Fairfax, el Hollywood Spa en Ivar, con esa gran escalera, y el 8709, en el que pasé muchas noches siendo venerado en el laberinto de espejos en unas sesiones que no solo alimentaron mi ego, sino mis tendencias exhibicionistas. No hubo ninguna excursión hacia el mundo del BDSM específicamente, pero hubo una noche memorable durante la que el representante del tour de cierta estrella del pop irlandesa me dio un buen revolcón en la habitación de un hotel. Durante años no probé nada que se acercase a ese nivel.
En mi vida romántica, siempre he atraído a hombres que querían tomar el control de las cosas, aunque a veces de forma condescendiente y claustrofóbica. Los que de forma subliminal yo quería que tomasen el control estaban seguros de sí mismos, no hablaban mucho y no eran conscientes de la dinámica de poder que formaba parte de nuestra atracción mutua. No sé qué es peor: un deseo malentendido o una intención no reconocida. En todas esas situaciones, mi experiencia aumentó, mis intereses evolucionaron y me instalé en una especie de ''sexcapismo''que incluía clubes, saunas y cuartos oscuros, grupos, anonimato, exhibicionismo, guarreo, gapos, y bastantes meos. Y después descubrí Kink.com y Bound in Public. Al principio me atrajo el pan exhibicionista y folladas en grupo. La razón por la que me enganché eran los componentes de sumisión y BDSM. Y con el tiempo me empecé a preguntar qué se sentiría cuando te pegan.
Di mis primeros pasos en ese mundo cuando me puse en contacto con un Amo profesional para expresar mi posible interés ''en el futuro''. Fue simpático, pero estoy seguro de que esperase que ese ''futuro'' fuese a llegar nunca, ni que me fuese a volver a poner en contacto con él dos años después, aunque creo que esos dos años fueron un periodo de tiempo demasiado largo. No estoy seguro de qué fue lo que cambió, pero había dos tíos con los que me lo montaba a veces y que normalmente tomaban el control de la situación y me pusieron un desafío, me hicieron salir de mi zona de confort – y me gustó esa sensación. Mi primera incursión en el mundo del BDSM fue con ese Amo Profesional, Michael DeCrow, uno de sus compañeros, David Hunter, y uno de esos amigos que he mencionado antes. Casi me eché atrás tres veces. Me pasé los dos días anteriores identificando problemas médicos inexistentes y hasta pedí cita con el médico la mañana del día que habíamos quedado para confirmar si tenía algún tipo de infeccion sexualmente transmisible y contagiosa. No cancelé mi asistencia gracias a mi amigo. Vi su interés como algo que validaba mi entrada en la Comunidad y no quería decepcionarle, ni decepcionarme a mí mismo.
Antes de nuestra sesión, hice una lista de ''actividades'' según su prioridad en la que incluí latigazos, estimulación eléctrica y meos. Sabía que me iban a usar; sabía que me iban a follar en grupo. Lo íbamos a grabar en vídeo, por lo que iba a haber exhibicionismo, me iban a vendar los ojos, por lo que iba a ser más o menos anónimo. No sabía cómo iba a ser la sesión ni el ambiente, pero no me esperaba lo que tuve, que fue una experiencia maravillosa. Toda la sesión fue grabada con una luz azul que tenía una calidad fantástica y reverente.
Llegué con un plug y con un aparato de castidad puestos y empecé a desnudarme, se pusieron a mi alrededor cuando me obligaron a quitarles la ropa a cada uno de ellos después. Me vendaron los ojos, y después de servirles a todos, me encadenaron a una estructura en la que me anclaron y después me metieron sus pollas en la boca hasta que me dieron arcadas. Mientras tanto, se confirmó la afinidad que tengo con los latigazos, como llevaba pensando desde hace bastante tiempo. Después me ataron a un banco y me penetraron por la boca y por el culo a vez, hasta que probaron la reacción que mi culo tenía ante la estimulación eléctrica, mientras otros dos tíos se lo montaban justo detrás. Después en la cama, mientras Michael lo montaba todo en otra habitación, David y mi amigo me usaron de una forma que fue muy estilizada, con doble penetración y juegos de control de la respiración.
Después en la bañera, todos me mearon, y Michael me meó cuando me estaba penetrando, se la sacó cuando me estaba meando por dentro, y luego me la volvió a meter mientras me decía, "eres un puto cerdo, eh."
Para terminar, me puse en el sling, con una máscara de gas llena de poppers, y allí tuve un orgasmo anal, se corrieron dos veces dentro de mi culo y una vez en mi cara, me escurría el semen y los meos por el ojete.
¿y la evolución desde entonces?
Está claro que ha habido mucho más. He hecho realidad la promesa de la doble penetración y de los juegos de control de respiración, aunque aún quedan muchas cosas por hacer, aguanto una buena sesión de latigazos como si nada, y tengo una relación amor/odio con las agujas. Los juegos de CBT se han convertido en una obsesión, y una experiencia que he tenido hace poco con hipnosis erótica parece que ha destapado posibilidades intrigantes y oscuras. He empezado a introducirme poco a poco en la comunidad fetichista de la zona en la que vivo y me han dado la bienvenida y me han apoyado.
Sin embargo, el cambio más importante en ese proceso de evolución ha tenido lugar en lo que se refiere a mi alejamiento del anonimato, quedar para follar, saunas y cuartos oscuros. Aún tengo algunos momentos, pero ya no soy un forajido sexual que va por ahí a lo loco. A través de mi proceso de exploración del fetichismo, ni siquiera tengo que pensar en ello, he encontrado el sentido de mi vida como sumiso BDSM.
***Si quieres compartir una experiencia fetichista o morbosa a través de un artículo de usuario, envíanos tus ideas o un primer borrador a: social@recon.com
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