ARTÍCULO DE USUARIO: Autista y fetichista
de
Noticias Recon
12 abril 2020
Por IMBEARDED
Tener un cierto grado de autismo ha sido un desafío en todos los aspectos de mi vida inclusive mi lugar y mi participación en la comunidad fetichista. El autismo tiene un espectro amplio de variaciones neurológicas y de desarrollo, es diferente para cada persona que lo tiene. Me enteré de que tenía el síndrome de Asperger, que es una forma de autismo, cuando ya era adulto. A decir verdad, me autodiagnostiqué, utilizando un cuestionario que está disponible en internet, tuve una puntuación muy alta en todos los test disponibles. ¿Significa eso que tengo autismo? No sé – quizás - probablemente. Lo que sí que sé con seguridad es que todas las cosas que he leído sobre el autismo me han dado mucha información. Esa información me ha ayudado a entender los múltiples desafíos y dificultados que he tenido toda mi vida y el hecho de leer documentos sobre esos desafíos y de reflexionar sobre las formas de superarlos me ha ayudado mucho. Si añadimos décadas de mi experiencia vital, está claro que se me puede identificar como autista.
De pequeño siempre fue el típico niño callado, odiaba mirar a alguien a los ojos, era muy tímido, era el raro al estar con gente, y la verdad es que no entendía los protocolos sociales que otros niños parecían conocer tan bien. Me costaba hacer amigos, que es algo común entre los autistas, así que encontré formas interesantes de divertirme solo. A los cinco años, ponía mi pene sobre el borde de la taza del wáter y tiraba la tapa del wáter encima para estrujármelo. A los seis años, me hice un enema con una bombilla que mi madre había usado conmigo una vez. A los ocho años tenía un kit de ladrillos de juguete que tenía bisagras movibles que se podían quitar, y el kit traía unos tubos de plástico transparente para soplar y hacer que los ladrillos de plástico se moviesen. Me metía esos tubos por la uretra y los empujaba para meterme aire dentro y hacer que me doliese el pene. A los doce años empecé a jugar con un a bolsa de goma roja para enemas y con un suspensorio. Llenaba la bolsa de agua hasta el borde, me tumbaba en el suelo, y acababa chorreando con el agua que me caía encima. Me ponía el suspensorio por la noche y me corría dentro solo con sentirlo cerca de mi pene duro y de mis pelotas, y después me quedaba dormido, y estaba toda la noche empalmado. Los placeres y agonías que disfrutaba solo eran exquisitos. No sé si el autismo tenía algo que ver con la profundidad y variedad de mi fetichismo cuando era pequeño, pero lo que está claro es que el fetichismo y el morbo me llamaban la atención.
Cuando tenía veintitrés años, las manifestaciones del autismo inhibieron mi exploración del fetichismo, el morbo y el BDSM con otros hombres. Iba a los bares de cuero de Detroit la mayoría de los fines de semana, pero mi estructura mental me hacía sentirme sobrepasado por la mezcla de música, las conversaciones, las risas, las bolas de billar chocando entre ellas y otros ruidos. No era capaz de pensar o comunicarme con claridad en ese ambiente ya que estaba sobreestimulado. Como no entendía bien las normas de sentido común en las diferentes situaciones sociales, no me presentaba a nadie ni participaba en ninguna conversación, y cuando alguien se unía a una conversación que yo estaba teniendo, normalmente dejaba de hablar y me iba.
Cuando se publicaban revistas de cuero como Drummer, usaba los anuncios personales para desarrollar mi vida fetichista porque no requerían una comunicación inmediata en persona. Establecí algunas conexiones con Amos y experimenté mi lado fetichista gracias a esos anuncios y después gracias a los chats de internet. Esos encuentros normalmente no se repetían con la misma persona ya que no sabía cómo socializar con los Amos después de terminar la sesión. Hubo algunos Amos que me volvieron a invitar a hacer más sesiones BDSM con ellos, y muchos de ellos también eran extraños, quizás porque también estaban dentro del espectro del autismo, aun sin saberlo.
Los autistas tienden a tener unos cuantos intereses especiales en los que invierten una gran parte de su tiempo y atención. Mis intereses especiales fueron cambiando con el tiempo, pero mis pasiones en este momento son los gatos y el morbo, y me puedo pasar un montón de horas dedícame a estos intereses. Hace poco he descubierto que mis intereses fetichistas especiales son ahora el bondage, el fisting, y el control de la respiración y estoy buscando un Amo que quiera combinarlos en una sesión. Que te metan un buen puño quiere decir que vas a tener tu buena ración de placer y agonía, y todos esos estímulos simultaneados me congelan el cerebro, y me cuesta pronunciar las palabras. En ese momento es cuando me encuentro dentro de mi mente autista. Muevo la cabeza, gimo, gruño, y a veces me pongo a temblar en el sling mientras el Amo me controla excepto cuando muestro las palmas de las manos hacia arriba para indicarle que tenemos que parar un momento.
Aunque tenga muchos intereses y experiencias fetichistas, actualmente me cuesta conectar con otros hombres para expresar mis otros deseos. Al estar dentro del espectro del autismo, a veces parece que soy inocente e inexperto, por eso estoy buscando nuevas formas de mejorar mis habilidades sociales para que esas interacciones con los Amos sean más productivas. Afortunadamente, tengo un Amo que vio el potencial que tengo y que me ha aceptado como uno de sus chicos, y tuve el placer de que me pusiese su collar en enero de este año. Mi Amo me permite jugar con otros tíos dominantes y otros sumisos con su consentimiento, pero me dedico a él y no le quiero decepcionar. Respeta mi relación principal de veintiséis años con mi marido, y no tiene ningún problema con que yo tenga autismo.
A los autistas les gustan las rutinas, o sea me gusta el protocolo, el ritual, y saber claramente lo que se espera de mí en todo momento. Por eso, normalmente me considero parte del Vieja Guardia. Las prácticas de la Vieja Guardia que mi Amo emplea me ayudan a sentirme cómodo y seguro de mí mismo. Me produce confusión cuando se acepta un protocolo más relajado, por eso acabo llamando ''Amo'' a todos los dominantes y en todos los lugares. En mis perfiles de las redes sociales les pido a los hombres que sean directos conmigo en sus comunicaciones porque no me entero de las indirectas, y así a veces parece que no estoy interesado o soy antipático.
Después de llevar tantos años intentando encontrar mi lugar en la comunidad como sumiso con autismo, me siento extremadamente afortunado de haberme echado hacia adelante y haber sido aceptado como miembro de un club BDSM importante y de un club de fisting de la zona en la vivo. La hermandad, el ambiente y las oportunidades para montártelo que ofrecen estos dos clubs es estimulante y me reconforta. Ser una parte más integral de la comunidad fetichista me ha abierto muchas nuevas puertas, y mis desafíos y éxitos hasta llegar allí me han inspirado a animar y apoyar a los hombres que encuentran sus propios obstáculos al manifestar sus propios deseos fetichistas.
Si quieres compartir tu propio viaje fetichista en un artículo, envía tus ideas o un borrador a: social@recon.com
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