ARTÍCULO DE USUARIO: Atado y ordeñado
de
Noticias Recon
16 agosto 2021
Por Collaredboi
(Esa noche, más tarde en La Reunión)
Me quedé de pie obediente en el rincón. Me había mandado que me quedase de pie y que reflexionase sobre lo que había pasado, después de la sesión de azotes que me habían dado mi Master y sus invitados.
Mi culo resplandecía. Tenía las mejillas rojas de humillación.
Mi Master me había enseñado cuál era mi lugar, yo existía para ser usado y mostrado con el objetivo de darle placer y divertirle solo a Él.
Había pasado tres difíciles semanas desde la última vez que me había permitido correrme, y las palabras de mi Master resonaban en mis oídos.
"Cuando me termine esta copa, a mi chico le van a ordenar en público"
¡Por fin iba a poder correrme y descargar! Master se iba a asegurar de que me iban a llevar casi hasta el final mientras me humillaban, obligándome a currármelo para conseguir un orgasmo. Mi Master iba a mostrar Su poder y Su dominación.
Sonreí a medias en mi interior, con una combinación de aprehensión y de excitación. No me atrevía a moverme, ni a cambiar de posición, ya que sabía que el castigo por moverme sería una sesión de azotes con una vara o un látigo.
No tenía ni idea de cuánto tiempo me iba a tener en el rincón. A Master le gustaba jugar conmigo de esta forma.
Oí la conversación, los otros tíos estaban comentando y admirando la obra de mi Amo, ya que mi culo estaba lleno de las marcas de las manos y de ronchas, en ese momento me estaban empezando a salir morados.
A veces, sentía que una mano me tocaba el culo. Era uno de los invitados sintiendo el calor que desprendía, la textura, además de los comentarios que estaban haciendo y de sus risas.
¿Estuve en el rincón durante una hora o más, dolorido y avergonzado? Perdí la noción del tiempo.
Finalmente, oí entre la conversación de los hombres a mi Master que alzó la voz y dijo, "Caballeros. ¡Tenemos a un chico al que con el que hay que jugar y después tenemos que ordeñarle!"
Se acercaron sus pasos precedidos por el sonido de sus botas, un sonido que siempre me excita, puso Su mano en mi hombro, con la correa atada a mi collar.
"Extiende los brazos, chico, relaja la tensión".
Mi Amo retiró las pinzas de los pezones, me hizo gritar de dolor, tenía los pezones super sensibles.
"¿Preparado, chico?" Me preguntó mi Amo.
"Sí Amo, chico está preparado, Amo".
"Bueno chico, ha llegado el momento. Necesitamos a este chico", añadió con firmeza.
"Sígueme, con la cabeza inclinada hacia abajo."
Al conducirme por la habitación, los invitados miraban a Master admirando su control y mi sumisión total. Desnudo y obediente, vulnerable y expuesto.
"Túmbate boca abajo sobre la mesa, agárrate a ese lado, chico. Ábrete de piernas y ensénanos tu culo".
Me ataron las muñecas y los tobillos con firmeza. Para esta sesión me iban a atar e inmovilizar.
Las manos firmes de mi Master me separaron los cachetes del culo, me puso lubricante en el ojete, y poco a poco me metió el plug de 18 cm de diámetro. Me sentí lleno por dentro, que es una sensación que me reconforta. Master le dio varios golpecitos a la base, que provocó que me retorciese de placer, ya que conectaba con mi próstata. Me empezó a escurrir más líquido preseminal de la polla, hasta hacer un pequeño charco alrededor de mis pies.
Después me pusieron una capucha de cuero y una mordaza que era una bola.
"Súbete a la mesa, chico y ábrete completamente de piernas"
Me subí a la mesa de madera, con la superficie lisa y pulida rozándome el culo, que estaba ardiendo. Me empecé a imaginar el aspecto que debía tener ante el público de hombre de cuero. Un festín de carne abierta de piernas ante ellos, esperando a que se pusiesen a jugar con él. Con el objetivo de llevarme despacio hasta el orgasmo, por caminos muy tortuosos.
Mi polla dolorida estaba super dura y firme, repegajosa por toda la excitación. Tiraron de mis tobillos y de mis muñecas hasta dejarlos atados a los extremos de la mesa, y ataron las esposas a las cuerdas que había debajo. Inmovilizado, intenté menearme un poco para comprobar que no podía moverme ni un centímetro.
Master me vendó los ojos, hasta que no veía nada de luz. Los otros sentidos que me quedaban se acentuaron. Solo podía oír, oler y tocar. Mis terminaciones nerviosas respondieron ante esta situación, podía sentir cómo tintineaban, y un subidón de endorfinas repentino me atravesó el cerebro, y me hizo marearme un poco.
Master les dio permiso a sus invitados para que tocasen el cuerpo, y les ofreció un bote de aceite corporal. Muchas manos fuertes me extendieron el aceite frío sobre el pecho, el estómago y las piernas, que me había afeitado.
"Caballeros, no le toquéis la polla al chico", pidió mi Master, "ya tendremos tiempo de hacerlo después", se rio.
Me pusieron aceite en los pies, y me quede casi sin respiración. ¡Con las cosquillas!
"Ahora vamos a llevar al chico casi hasta el final", el tono de Master tenía una entonación cruel que yo conocía muy bien.
"Sabe que se llevará un buen castigo si se corre sin permiso".
La mano de Master, que estaba cubierta por un guante de rubber, me bajó el prepucio, y dejó a la vista mi capullo enrojecido e hinchado, brillante con todo mi líquido preseminal encima.
Master me echó lubricante en la piel afeitada de mi escroto, y me masajeó las pelotas con cuidado, arropándolas con las palmas de sus manos, como si estuviese comprobando el peso del semen acumulado durante tres semanas.
Él sabía lo mucho que me costaba la castidad, y cuánto luchaba por tener erecciones. En mi caso, lo que hacía era una castidad que me autocontrolaba yo mismo, simplemente me había prohibido tocarme la polla con las manos, así como eyacular. Con práctica y determinación, (y castigos) conseguí controlar esos deseos, la polla se me ponía dura varias veces al día y me dejaba en ridículo. Todos los días.
Los dedos de Master trazaron unos círculos alrededor de la piel sensible de mi glande, inspeccionando la apertura, tocando el frenillo, y haciéndome jadear a través de la mordaza.
"¿Eso te gusta, eh, chico?" me preguntó Master.
"¿Cuánto hace desde la última vez que te dejé correrte?"
Sabía exactamente cuánto hacía, ya que se había estado burlando todos los días de mí con la cuenta de los días en castidad.
"¡Tres largas semanas, chico! ¡Veintiún días, sufriendo para agradar a tu Master!".
Los invitados se rieron porque vieron que me sentía incómodo y mi polla necesitaba correrse, sobre todo al continuar Master acariciándome lentamente el rabo que estaba hasta arriba.
Se me movieron las pelotas en el escroto, se me subieron de lo doloridas que estaban, deseando descargar.
"¿Tienes las pelotas hasta arriba, eh, chico?", se burló Master, "¿Fijo que hasta te duelen?.
Asentí con la cabeza, gimiendo al sentir los dedos de Master cubiertos con los guantes, y tan resbaladizos con el lubricante. Me acariciaban a la vez el capullo y el perineo, pellizcando y rozando la piel sensible que va desde el ojete hasta las pelotas.
Master me agarró con mas fuerza, empezó a pajearme rítmicamente, desde la punta hasta la base, yendo cada vez más deprisa, mientras yo me retorica intentando no correrme.
"Espera, chico, no te he dado permiso para que descargues, ¿no"?
"No Master", balbucée a través de la mordaza, con el cuello y el pecho llenos de saliva.
Master continuó paseándome mientras yo abrazaba fuerte con el ojal el plug que tenía en el culo, esperando que se bajase así la presión que estaba sintiendo en las pelotas. Estaba deseando correrme y no correrme a la vez.
Master casi me llevó al orgasmo una docena de veces, manipulando e interpretando de forma experta las reacciones de mi cuerpo.
Sentía la tensión de los observadores, mientras aumentaba mi propia tensión en mi interior, estaban callados, disfrutando del espectáculo del control experto de mi Master.
Casi sin poder aguantar más esta tortura exquisita, me retorcí y le supliqué.
"Cuando yo quiera y esté listo, chico. Tu polla es mía, tus pelotas son mías y tu semen es solo mío, ¿verdad, chico?"
"Sí, Master", lloriquée y confirmé que estaba de acuerdo.
"Por favor, trabájale los pezones", oí que Master le pedía a uno de sus invitados y segundos después los dedos de ese hombre me torturaron los pezones que aún estaban sensibles, obligándome a gemir otra vez.
Master sabía que esto me iba a llevar casi hasta a correrme, mientras que el dolor en los pezones iba a aumentar mi reacción sexual, y me iba a llevar casi a correr el peligro de descargar toda mi leche.
Master siguió agarrándome la polla con la misma fuerza, mientras la tortura de mis pezones iba a más, el invitado sádico se lo estaba pesando en grande pellizcándome los pezones con fuerza.
Master me siguió pajeando, y yo seguía luchando para retener mi semen, estaba sudando y mordiendo la mordaza, cada vez gemía mas fuerte.
"Bien, chico, tienes dos minutos a partir de este momento en los que vas a poder correrte. Si no lo haces, te tendré en castidad durante un mes".
Como no quería desobedecerle, cambié mi foco atención de intentar no correrme a intentar correrme rápidamente, tenía la mente echa un lío.
Con un grito amortiguado por la mordaza proyecté hacia el techo un montón de semen, me cayó mi propia corrida en el pecho y en el estómago. Tardé menos de un minuto, después de que me dieran la orden de correrme.
Una ronda de aplausos llenó toda la habitación, los invitados mostraron su admiración por la técnica de mi Master, y por todo el espectáculo.
"Bien hecho, chico", vaya corrida", me felicitó Master al quitarme la mordaza de la boca y al meterme todo el semen en la boca para que me lo comiese. "Déjame los dedos limpios chico, no desperdicies ni una sola gota".
Mientras tanto, seguía masajeándome la polla que estaba dolorida, y yo seguía comiéndome mi propio semen con obediencia.
Me quedé ahí jadeando, sin fuerzas. Completamente utilizado.
Como seguía inmovilizado, la polla seguía escurriéndome por la pierna lo que me quedaba dentro.
"Voy a lavarme las manos, y después nos vamos a tomar otra copa, me lo merezco. Vamos a dejar e Mi chico aquí."
"Si os queréis correr sobre su cuerpo después, seguro que le gustará".
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