ARTÍCULO DE NUESTROS USUARIOS: Salir del armario fetichista

ARTÍCULO DE NUESTROS USUARIOS: Salir del armario fetichista

de Noticias Recon

11 junio 2019

Por DeviantSIRNC

Estaba sentado cuando empecé a escribir el mensaje de texto y me temblaban los dedos. "¿Realmente voy a hacer esto?", pensé. Envié un mensaje a uno de mis mejores amigos, un chico con el que crecí. Decidí ese día que por la noche iba a salir del armario diciéndole que soy gay y fetichista. Envié el mensaje con nervios "Hey Tom. ¿Estás libre para ir a tomar algo esta noche?" Esperé con nervios a que me respondiese. La espera me pareció una eternidad. Finalmente me llegó la respuesta "Salgo a las 19:30. ¿Nos vemos en PJ?" Me recliné y le respondí "Vale".

Tom es poli, es un hombre realmente masculino. Dentro de mi cabeza pensé que, si él me aceptaba, cualquier otra persona podría hacerlo. Siempre habíamos estado muy unidos. Bueno, habíamos pasado periodos de tiempo sin hablarnos por estupideces o por malentendidos. Nuestra amistad había superado todo eso y aquí estaba yo, poniendo mi confianza en él en algo que era muy importante para mí.

A las 18:40 me pegué una ducha rápida y me peiné en plan pelopincho como siempre. Fui al armario y elegí mi look. Pantalones de cuero negros, una camisa de cuero negra, un chaleco y mis botas Wescos de 50 cm de alto. Decidí no ponerme ni la corbata ni la gorra Muir. No era el rollo en plan BLUF. Rebusqué con nervios los botones. Intenté convencerme a mí mismo de no hacerlo. No, lo iba a hacer esa noche; había tomado la decisión. Se me puso la polla dura de forma instantánea ya que por fin iba a mostrar quién era realmente.

Fui el primero en llegar a PJ. Pillé una mesa en la zona de atrás. La cartera con cadena que llevo siempre por seguridad hizo un ruido metálico al golpear contra la silla de madera. Estaba mirando la hora todo el tiempo en el teléfono. Me puse a juguetear con las tiras de mis Wescos. Quería estar mirando al menú cuando llegase. Unos cuantos minutos después sentí que me daban una palmadita en el hombro. Se quedó con la boca abierta. Me preguntó si había venido en moto. Cuando le respondí que no, me empezó a hacer preguntas. La primera fue fácil: ¿eres gay? Agarré el vaso de agua y me tomé un buen trago. Respondí que sí. Se le quedaron los ojos como platos. Después me preguntó si era uno de esos ''tíos a los que les gusta el cuero''. Entonces le expliqué que para mí el cuero era la máxima expresión de la virilidad. Le dije que para mí era algo sexual y me hacía sentir normal. Me puso la mano en la pierna tocándome el pantalón y sonrió. "Sigues siendo el mismo tío que me escribió hace cuatro horas. ¡No ha cambiado nada!" Le conté que era fetichista, hablamos del bondage y de por qué me gustan los hombres. Y después seguimos teniendo una conversación normal y corriente. Era la primera vez que salía y me ponía mi cuero con un tío heterosexual y nada había cambiado. Una semana después me escribió y me dijo que no me había visto así de feliz desde hacía mucho tiempo.

Mi primera experiencia fue buena pero no iba a ser el caso con todo el mundo al que se lo conté. Algunos de mis primos me han dicho que estaba enfermo. Otros amigos no lo han entendido. Soy quien soy. Simplemente porque me guste algo no quiere decir que me voy a poner a hacer proselitismo. Es algo que me gusta. A ti te gustarán otras cosas que a mí pueden que no me gusten. Es lo que nos hace ser individuos independientes. Hace falta más gente de mente abierta y que sepa aceptar a los demás. En vez de decir que lo son, lo que tienen que hacer es practicar lo que dicen.

Por cada diez experiencias buenas que he tenido, ha habido una mala. Una vez fui a San Francisco para ver a mi prima que es lesbiana. Había decidido hablarle de lo que me gustaba. Fui de compras por Castro ese día y sabía que quizá iba a llegar un poco tarde. Durante la cena, dejé caer el tema del fetichismo en plan normal y corriente. La respuesta que me dio fue que estaba enfermo y debería ir a ver a un terapeuta. Desde entonces no nos hablamos. Ni ganas.

El mejor consejo que puedo darte es: sé claro al hablar de lo que te gusta. Si les ofende lo que oyen, bueno, pues, entonces sabrás que en realidad esa no es tu gente. Si no son capaces de aceptar que te pone tener relaciones sexuales fetichistas, en las que o bien te atan o atas tú a alguien, entonces quizá no merecen saber quién eres realmente. Siempre me han enseñado que se debe ser uno mismo y si a alguien no le gustas, ese es su problema, no el tuyo.

Se lo conté a otro primo una noche y me enteré de que él también es fetichista. Me pidió consejo sobre los diferentes juguetes y dispositivos sexuales que podía usar. Al final de nuestra conversación me dio las gracias e incluso dijo bromeando que ahora le parecía que yo era mucho más guay. Le di mi típica respuesta de sabelotodo.

Contarle a la gente quién y qué somos les ayudará a los que no son fetichistas a aceptar quiénes somos. Aunque al contarlo a la gente no todos nosotros vamos a tener la suerte de tener experiencias agradables y positivas en el mundo heterosexual y no fetichista, deberíamos hacer el esfuerzo de tener esas conversaciones con nuestros amigos para intentar educarles sobre lo que realmente es el fetichismo. No le va a gustar a todo el mundo, pero lo que puedo asegurarte es que de entre todos mis amigos íntimos – de la gente que realmente me conoce – solo he perdido un amigo. (La principal razón por la que decidió terminar nuestra amistad es porque está en el seminario y según él lo que hago es obra del ''demonio'').

¿Dónde me encuentro hoy en relación con el fetichismo? Me he puesto alguna prenda de cuero en público en todas las ciudades importantes que he visitado. He salido del armario totalmente como gay y como fetichista. Hace poco me mudé Raleigh, en Carolina del Norte, para empezar un nuevo trabajo. Mi jefa Anna y todos mis compañeros saben que soy gay y fetichista. Hace unas cuantas semanas, fui a un supermercado Whole Foods con mis pantalones de cuero puestos y mis botas con de arnés. Prepárate para las reacciones… ¡Nadie dijo ni media palabra! Somos un grupo selecto dentro de otro grupo que es mucho más grande; nos deberíamos apoyar los unos a los otros y ser abiertos en relación a quiénes somos en realidad. ¡Somos hombres gays fetichistas! ¡Aceptémoslo y eduquemos al mundo!

Si quieres compartir tus experiencias fetichistas, envía tus ideas para escribir un artículo a: social@recon.com

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