ALEXANDER CHEVES: Confesiones de un falso sumiso

ALEXANDER CHEVES: Confesiones de un falso sumiso

de Noticias Recon

08 octubre 2019

Alexander Cheves – sweetbeastly en Recon – escribe sobre el sexo y las relaciones, también es editor y artista. En este artículo escribe sobre el hecho de que tú eres el único que define lo que eres.

Hace algunos meses — justo antes del World Pride de Nueva York — le envié un mensaje a un Amo en este portal que quería algo en lo que yo no estaba interesado. No me acuerdo de lo que era — puñetazos en el estómago o servicio doméstico quizás — pero le dije que no, gracias.

"Entonces no eres un verdadero sumiso," me dijo. "Eres otro farsante."

¿Cómo era capaz de saberlo él? Sí, estaba fingiendo. Es verdad que a veces tengo momentos apasionados de intensidad que parece que son verdadera sumisión, pero ¿quiénes son los demás para decir si esos momentos son reales o no? La mayor parte del tiempo, siento que soy un impostor. Este tío que no me conocía de nada me quitó la máscara y vio quién era yo realmente. ¿Serán capaces de hacer los demás lo mismo?

Vi una peli porno de fisting una vez dentro del coche en un aparcamiento hace muchos años y me dejó asustado. Ese miedo se convirtió en algo diferente, y ahora me encanta sentir una mano dentro de mi culo. No puedo explicarlo, y a veces me asusta, pero la sensación cuando me fistean es lo más parecido al placer más fuerte que conozco. Cuando era pequeño, les preguntaba a mis amigos si se atrevían a atarme (con los cordones de los globos, con la cuerda de una cometa) en el patio del colegio o en fiestas de cumpleaños y me excitaba cuando lo hacían. Años después, me enteré de que esto se llama bondage. Estos son algunos de mis sentimientos y experiencias. Al hacerme mayor, se han convertido en algo más codificado, que se traduce a través de etiquetas e identidades, que, a veces me resultan como si fuesen algo artificial. A menudo parece que lo estoy enmascarando todo para que parezca que sea sumisión. ¿Cuánta gente se sentirá así también?

Por ejemplo, mi pareja, a veces. Él constituye una fuerza indestructible de necesidad y descubrimiento, y es por eso por lo que estoy enamorado de él. Los dos perseguimos una visión de Nueva York que se basa en las anécdotas contadas por nuestros mayores gays – fábulas de una ciudad gay peligrosa llena de esquinas oscuras y sexo en público, un lugar que ha desaparecido casi por completo a día de hoy. Ese sueño se ha ido perdiendo durante los últimos 20 años con el avance de la gentrificación y el lujo. Pero es algo que seguimos persiguiendo, y yo sé por qué: porque el número de lugares que quedan en el mundo con una cultura de cruising cada vez es menor, y aún estamos en uno de ellos.

Pero algunas noches no quedamos en casa sin salir, paralizados, quizá hasta aterrorizados. Está claro que podríamos ir a alguna fiesta y ponernos a jugar en la parte de atrás, pero también podemos quedarnos en casa y no arriesgarnos a ver cómo nuestras fantasías chocan con un concepto opuesto a ellas — que nuestro sueño de lo que es Nueva York se ha evaporado, y que quizá ya no somos los animales fiesteros que creemos seguir siendo. En esas noches horribles, nos entra el pánico al pensar que estamos persiguiendo quimeras.

Cuando entro en un lugar oscuro en el que hay gente follando, me siento sobrecogido, incluso aunque haya estado yendo a estos sitios desde hace años. Todos los momentos en los que lo paso mal — cada vez que no me puedo agachar para que me la metan y les pido que vayan despacio, cada vez que me tengo que repetir una ducha anal otra vez porque en la primera no me he limpiado completamente — representan amenazas contra la fantasía que tengo de mí mismo como si fuese un dios pequeño y oscuro, sin inhibiciones. ¡Pero justo entonces, ocurre algo extraordinario! Cuando ocurre, cuando mi cuerpo se relaja y el miedo desparece, me acuerdo de cómo este cuerpo, este animal, hace exactamente lo que tiene que hacer. Vuelvo a ser creado. Este cambio delicado entre ser creado y desaparecer es una parte muy importante de mi viaje, y creo que es una parte muy importante del viaje de todos los fetichistas. Creo que somos los folladores interesantes e intensos como nosotros que se describen a sí mismos como fraudes los que saben vivir soñando dentro del ambiente, y sus viajes son algo asombroso de contemplar. No hay nada que te autoafirme más que ver a alguien convertirse en su propia fantasía.

Quiero decir lo siguiente a todos aquellos que estén entrando y saliendo del ambiente esporádicamente o viviendo su fetichismo todas las horas del día: si alguien intenta anular la validez de tu identidad diciéndote que deberías saber una cierta cantidad de cosas sobre algo, o te debería gustar algo en particular, o deberías saber cómo hacer algo en particular, o deberías presentarte de una forma en particular para ser la ''verdadera'' versión de lo que seas (sumiso, esclavo, pup, amo, etc), su opinión no tienen ninguna importancia o validez. No son los guardianes o los encargados de controlar los estándares, ni los educadores de nada — solo es gente que intenta darse importancia. Tus deseos son válidos, y puedes aprender a tu propio ritmo. Puedes sentirte como si fueses un fraude hasta que ya no lo seas. Y, sobre todo, puedes cambiar.

No sé si soy realmente sumiso. Puede que esté fingiendo. Hay sumisos a los que les pone más el fetichismo que a mí, que tienen menos límites que yo, que entran de forma natural en ese espacio mental al que a mí personalmente me cuesta llegar. Les digo a los que se consideran dominantes que deben ayudarme a llegar hasta ese punto porque no lo sé hacer de forma natural ni por mí mismo. Siento que es como si hubiese lanzado mis sentimientos sobre una tarima ante un magistrado fetichista que me dice, "Vale, eres sumiso." Me siento como si se me pudiesen poner otra etiqueta igual de fácilmente, simplemente con otro nombre. Para algunos de nosotros, eso es lo que son esas etiquetas: palabras que describen ligeramente nuestros apetitos. "Sumiso" es el principio, un sueño en el que entro a ciegas. Dentro de ese sueño, me pongo a mutar sin parar convirtiéndome en otra cosa, en algo que no se puede definir, un animal o un dios que está a punto de nacer.

Las obras de Alexander Cheves han aparecido en muchas publicaciones entre las que se encuentran The Body, The Advocate, Out, VICE, etc. Toda su obra ha sido creada orientada hacia el servicio social: "No debemos ser creadores de contenido pasivos. Somos contadores de historias; debemos involucrarnos activamente en el mundo y encontrar soluciones creativas y compasivas a sus problemas." Actualmente está trabajando en su primer libro.

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